Muchos jóvenes no piensan lo mismo y nos entristece.

Acabo
de leer los resultados de un estudio con adolescentes italianos y españoles
(casi 7000) en la que encuentro afirmaciones chocantes. Más de la mitad piensa
que la violencia está justificada para conseguir un fin. Uno de cada cuatro
padres, afirman, defiende que sus hijos utilicen la violencia para defenderse y
más de la cuarta parte está interesada en manejar armas de fuego. Uno de cada
cuatro (casi 2.000 en la muestra) reconoce insultar a compañeros y haber
amenazado a conocidos o amigos. Uno de cada diez (unos 800) consideran la
violencia necesaria, útil y agradable.
Estamos
asistiendo a cambios que no habíamos imaginado, regresa la violencia con
excesiva frecuencia a las relaciones entre compañeros y en las parejas de jóvenes.
La exposición continua a hechos violentos en los videojuegos, en la televisión
y en el cine han acabado por instalar en la normalidad un fenómeno peligroso,
la falta de respeto a las personas que tenemos a nuestro lado. Se considera
gracioso machacar a un compañero, se atacan las diferencias y, cuando beben, a
veces recurren a actos violentos para divertirse.
El
estudio habla de la necesidad de controlar a los jóvenes, jugar con ellos,
conocer sus preferencias y estar pendientes de sus desatinos. Algo de esto
puede tenerse en cuenta pero ya es tarde para encauzar conductas violentas que
normalmente se apoyan en el grupo de amigos y los padres no pueden ser
permanentes esclavos de cada minuto de ocio de sus hijos. Educar antes, mucho
antes, en la responsabilidad ayudará a poder manejar la adolescencia con alguna
ventaja.
Cuando
un niño pequeño da una patada a sus padres o les insulta y se ríen sus gracias
estamos poniendo cimientos a la violencia. Cuando en la convivencia familiar no
prevalece el respeto a los otros, sean inmigrantes, gitanos o compañeros,
estamos poniendo arena en los fundamentos. Es mucho antes cuando debemos
preocuparnos de los juegos de nuestros hijos, de hacerles ver nuestros
principios e introducir valores de respeto a los demás. Cuando Educación para la Ciudadanía es una
asignatura a suprimir de inmediato no estamos intentando ayudar a la realidad
que comentábamos.
El
fracaso escolar que aumentará con la nueva ley, la crisis que creará
situaciones conflictivas en las familias y la falta de normas claras en muchas
familias provocará una situación difícil para los próximos años. Yo creo que el
respeto a lo que nos rodea, sea naturaleza, medio ambiente, animales o personas,
enriquece a los seres humanos y les dota de una autoestima que contribuirá a
que disfruten más de su vida.
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