NEGAR LO EVIDENTE TIENE UN
NOMBRE: COSPEDAL
Wert también tiene alguna idea buena, pocas.

No
voy a gastar tiempo en hablar de lo evidente porque ya anuncié que me he dado
una semana sabática en el tema corrupción.
Creo
que gastamos más de lo que nos podemos permitir, somos un país al borde de la
quiebra y con unas deudas difíciles de asumir. No somos Alemania ni Francia ni
Finlandia y hemos de racionalizar en qué gastamos el dinero que tenemos para
atender a las personas.
Todo
el mundo tiene claro, de boquilla, que la educación, la sanidad y la atención a
la vejez son temas prioritarios para el país, pero tampoco dudamos de la
necesidad de racionalizar el gasto. En España por encima de un currante siempre
existen dos pensadores que no dan ni golpe y son reconocidos con un sueldo
suculento, si suprimimos la superestructura quizá podamos llegar a las
necesidades reales.
Pero
he comenzado a decir que le daría la razón a Wert, aunque me cuesta mucho. Se
trata de los Bachilleratos. Existen al menos cinco especialidades de
Bachillerato, si no inventan más. Cada IES (instituto) tiene unas pocas
especialidades con gran cantidad de optativas que quedará muy bonito pero
atacan directamente al erario público.
Estoy
cansado de ver cuatro alumnos en una clase de bachillerato de Humanidades o de
Historia del Arte. Si recuerdo veinticinco niños en primaria o más de treinta
en la ESO
encuentro difícilmente justificable el mantenimiento de estas especialidades en
tantos institutos. En el Bachillerato ya han seleccionado a la excelencia y
parece correcto que sean más listos, hasta para coger el autobús.
Suprimamos
especialidades ruinosas y ofrezcamos, en horario de tarde, en un IES céntrico
esas asignaturas ruinosas o esas especialidades de bachillerato poco elegidas.
Una buena gestión, sobre todo poniendo a trabajar a los cargos directivos y a
los liberados, implica una planificación de los recursos. No podemos tener al
lado de casa todo lo que deseamos…
Wert
iría bien encaminado si el ahorro lo empleara en primero de primaria para
prevenir fracasos posteriores, en bajar la ratio de las clases para hacer más
humano el trato de los profesores con los adolescentes o en cubrir las bajas,
que descuentan a los profesionales, con unos sustitutos adecuados.
Siempre
comenzaría a quitar aquellos dos pensadores, mal empleados, por cada currante
pero tampoco olvidaría racionalizar el gasto. Quizá no somos tan ricos como
para tener una universidad en cada provincia, quizá no podamos investigar el
sexo de los ángeles, es posible que haya bachilleratos o carreras que me
obliguen a desplazarme, es necesario acostumbrarnos a saber que los sobres
llevan dinero como también las comodidades.
Negar
lo evidente está de moda. No solamente firman sin enterarte, también ignorar,
por chapuceras, las evidencias escritas a mano. ¡País! ¡País!
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