ATARDECER DE COLORES
Los brotes de los frutales anuncian la
primavera.
Quizá
un nuevo Gandhi nos regale la esperanza.

Los domingos me da más pereza escribir.
Los periódicos vienen cargados de noticias de corrupción, y del tú más, que
hemos decidido dejar descansar una semana. He salido a pasear al campo, a
sentir el frío en el rostro y mirar de cerca la claridad de las montañas. El
viento volaba enfadado sin destino fijo y la naturaleza esperaba, siempre
sabia, la llegada de la primavera. Los almendros florecen a pesar del frío y
los trigales verdean las laderas, algunos brotes se esconden ya en las ramas de
los frutales anunciando la flor que dará vida a la promesa.
El frío se agudiza con el viento,
traicionando al sol que intenta arreglar el desaguisado de la hora de la siesta.
El rostro congelado, las manos escondidas y unas nubes blancas que se visten de
colores para despedir el día. En el atardecer ya en calma, vencido el viento, me acurruco en la calefacción del coche para admirar la claridad de un atardecer
en colores. Es más bello el día cuando saluda a la noche con esta hermosa
despedida.
La noche siempre apaga los relojes y
nos deja viajar al mundo de los sueños. Hoy el viento huracanado ha formado
parte del día pero los colores de un atardecer en calma han alimentado una
oscuridad cargada de esperanza. La luna vigila, paciente, a los ladrones de sueños.
Nota:
Hace unos días se cumplieron 65 años del asesinato de Gandhi. Un hombre físicamente
débil que nos enseñó el poder de la desobediencia civil y de la huelga de
hambre. Aquella imagen de los indios cogiendo un puñado de sal, estando
prohibido, me hizo seguidor de la no-violencia. Los años, las injusticias,
el poder del dinero y la mala leche de los potentados me hizo dudar de su
eficacia, quizá tenga que venir otro inventor, como Gandhi, a hacernos creer en
el futuro.
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