domingo, 10 de febrero de 2013


ESTOY HASTA LOS HUEVOS DE AGUANTAR MENTIRAS
         Y me da dolor de cabeza que me llamen gilipollas.
Estos del PP no saben como tapar los sobres repletos de euros que nadie cobró.
                                               
  
            Me duele la cabeza, creo que estoy incubando la gripe o que la mala leche se esta apoderando de mi capacidad de razonamiento. He estado callado respecto a la corrupción más de una semana para ver, desde fuera, como evolucionaba el vodevil. La conclusión es que vamos bien, hemos engañado a Europa y nos darán muchos millones de euros para que algunos asesores puedan cobrar por pensar en otra reforma laboral más capaz de despedir barato al trabajador maduro para contratar, con prebendas fiscales y de la seguridad social, al joven con un salario que no llegue al nivel de la basura.
            Unos papeles publicados por el País, de los que nunca he dudado que son completamente veraces, ahora resulta que son falsos, que la letra de Bárcenas (que lo es) ya no lo es, que la demostración de que no recibieron sobres con dinero negro es que no lo pusieron en las cuentas del blanco. Insultan a la evidencia y no se ponen colorados, cuando alguien aprieta tienen su contestación aprendida:
- ¡Y tu más!
            Han elegido dos cortafuegos para intentar tapar lo evidente y han conseguido desviar la atención. Ahora hablamos de la desvergüenza de Rajoy porque se subió el sueldo en un 27 % entre 2007 y 2011 mientras pensaba en como bajárselo a los funcionarios o recortar en sanidad o educación. Ya no hablamos de que se embolso dinero negro, dentro de unos sobres, de unos fondos provenientes de unos empresarios que buscaban trato de favor… pagaban para que les permitieran forrarse y los jefes del PP se repartían el detalle de tan ínclitos personajes. Todos dicen que supuestamente. Con ese sueldo, legal y poco ético, y unas pequeñas trampas a la seguridad social los lebreles han decidido soltar la presa porque podían ser enganchados en la caza…
            Para terminar de sorprender al personal lanzaron a las fieras a la ministra de sanidad, quemada en sus recortes y con su nivel de eficacia a ras de suelo. Se demostró que disfrutó de prebendas menos suculentas, pero prebendas, de empresarios en busca del pelotazo, se pusieron en evidencia hasta sus fiestas de cumpleaños y acabó jurando que no se había enterado de nada.
            Lo de la infanta Cristina es contagioso. No lo son, se hacen…
            No es machismo cargar la responsabilidad política a una mujer que disfruta de los premios de la corrupción y dice que era su marido el ejecutor y ella habitaba en Suecia mientras entraban el jaguar en su garaje o aterrizaban en Dublín.
            Consiguieron desviar la atención de la pieza gorda para centrarla en defender el no despido de un empleado de un partido político corrupto que se forró a costa del mismo, la parte gorda la debió de trincar el propio PP. No se entiende de otra manera…
            

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