domingo, 25 de agosto de 2013

“YO TENGO UN SUEÑO”
Luther King lo repetía mucho y quizá por eso le asesinaron.
Cincuenta años después sigue habiendo muchos motivos para soñar cambios pero son pocos los que se arriesgan a luchar por conquistarlos.
Cuesta tan poco aceptar que somos todos iguales y tanto vivir de acuerdo con lo que manifestamos…
                        

            Hay personas que han marcado muchos momentos en la vida de las personas: Gandhi, Jesús, Mahoma, Che Guevara, el comandante Marcos, Mao… pero hay uno especialmente significativo porque era negro en un país donde mandaban los blancos y era pacifista en un país donde la guerra era y es un negocio lucrativo. Martin Luther King (Martín Lutero) era recibido en los movimientos sociales de los años sesenta como un carismático personaje que retaba al gobierno más poderoso del mundo y criticaba la guerra y la pobreza al mismo tiempo que defendía los derechos de los negros.
            En 1955 una mujer negra se negó a ceder su asiento a un blanco, como la obligaba la ley, y fue arrestada. El boicot a los autobuses hizo que se declarara en 1956, después de muchos meses, ilegal la segregación en los autobuses, escuelas, restaurantes y otros lugares públicos. Luther King, con 26 años, lideraba aquel movimiento.
            El 28 de agosto de 1963, hará 50 años, repitió ante la multitud una frase que quizá todos deberíamos recordar de vez en cuando “Yo tengo un sueño”. Su sueño no duró mucho pues sería asesinado en 1968 porque quizá los sueños bonitos no son permitidos a las personas normales y mucho menos a los negros en ese país que da lecciones de democracia. Esto pasaba cuando yo era joven, no hace cuatrocientos años.
            Entre 2000 y 2010 la tasa de encarcelamiento de afroamericanos en EE.UU. fue siete veces superior a la de los blancos. Si hemos aprendido algo y comenzamos a pensar que todos somos seres humanos, quizá podamos sospechar que hoy les dejan quedarse sentados en el autobús, ir a escuelas de blancos, sentarse a cenar en un restaurante de lujo e incluso tener un presidente que luzca su mismo color, pero sibilinamente están siendo discriminados de la misma forma que hace cincuenta años.
            Alguien podría soñar que homosexuales y lesbianas tienen los mismos derechos que los heterosexuales, que quién decide protestar contra las desigualdades no es un terrorista, que los millones de refugiados que perdieron todo en esas guerras llenas de intereses económicos merecen algo mejor que una tienda de campaña. En un mundo donde sobran tantas cosas en este lado cuesta soñar que alguien intente cambiarlo para repartir lo que sobra entre las personas que intentan sobrellevar la única vida que tienen.
            “Yo tengo un sueño”. Cincuenta años después de Luther King las cosas no han mejorado pero cada vez son menos quienes se atreven a salir a las calles para estrellarse contra los tanques o las balas de goma.
            Cada día somos más los cobardes que al caer la noche y salir la luna hablamos de nuestros sueños con las estrellas. Me gustaba ver la energía que trasmitía al defender sus ideas Martin Luther King, me gusta cuando las personas que tengo a mi alrededor son capaces de abandonar la rutina y se atreven a gritar “Yo tengo un sueño”.
           


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