martes, 24 de septiembre de 2013

LA PROSTITUCIÓN LA HACEN POSIBLE LOS CLIENTES
La explotación de los seres humanos acostumbra a enganchar a los más débiles que nunca podrán volver a encontrar una vida tranquila.
Legalizar la prostitución quizá quitaría poder a las mafias… aunque mejor que nadie tenga que vender su cuerpo por dinero.
                               Prostitutas

Mas de un 10 % de jóvenes han visitado prostíbulos…                      

Coge tu billete y tu maleta
El trueno rueda por las vías
No sabes adónde te diriges
Pero sabes que no regresarás

                        Bruce Springsteen/Land Of Hope And Dreams


                La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que aproximadamente 2,5 millones de personas al año son víctimas de trata con fines de explotación laboral o sexual.

 El informe anual sobre trata de personas del Departamento de Estado de Estados Unidos calcula que en el mundo hay 12,3 millones de personas, incluidos niños, niñas y adolescentes, víctimas de explotación laboral, explotación sexual y servidumbre.  

De las mujeres que ejercen la prostitución en toda Europa, una de cada siete es víctima de la trata de personas.

En España en junio de 2009 fueron encontrados 450 trabajadores chinos en 72 establecimientos clandestinos y fábricas de confección en Barcelona. Pese a que vivían dentro las fábricas, sin electricidad ni ventilación y trabajaban más tiempo del debido, el gobierno no reportó a ninguna de esas personas ni siquiera como presunta víctima de trata.

    El mundo de los explotados es un mundo oscuro que no preocupa a los gobiernos y que los que vivimos al lado acostumbramos a ignorarlo mirando para otro lado. La prostitución en España mueve más de cinco millones de euros diarios, cada ciudad , cada tramo de carretera, cada comarca tiene su casa de citas. Es un mundo manejado por mafias que, en muchos casos, trajeron a las chicas engañadas con la promesa de un empleo fijo, bien remunerado y que nada tenía que ver con la venta de su cuerpo a personas que, abusando de su poder económico, deciden poseer a una persona por un tiempo que creen pagar.

                Los prostíbulos, incontrolados en cuanto a seguridad e higiene, son un negocio boyante que todos hacen por ignorar aunque reconocen sus luces de llamada. Millones de visitas de ciudadanos respetables hacen que funcione la cadena de explotación, no me atrevo a juzgarlos pero si creo que las personas que ejercen la prostitución merecen respeto, capacidad de decisión y unas condiciones de trabajo dignas si deciden traficar con su cuerpo por dinero.

                La explotación que están sufriendo chicas extranjeras roza la esclavitud, se les inventan deudas que no llegarán nunca a pagar y se ejerce la violencia para dominar su voluntad. No quiero pensar en las niñas o niños vendidos para ejercer la prostitución y servir de experiencia privilegiada a turistas con dólares o euros en la cartera. Mientras tanto los gobiernos se preocupan de hablar del sexo de los ángeles, de mujeres de 16 años que no pueden mantener relaciones voluntarias con mayores, de acabar con el derecho al aborto o de condenar el uso del preservativo instituciones que luego su jefe, el Papa, parece aceptar con cara de no haber roto nunca un plato.

                Estas mujeres, en su mayoría extranjeras, son perseguidas por las mafias y por la policía, son condenadas antes de pedirles su historial, no se intenta leer su silencio, son culpables de que les paguen por abusar de sus cuerpos. Los que pagan, millones de pagas, hasta pueden contarlo en el bar porque queda tan bien visto como echar un cubata  y parece hablar bien de la capacidad sexual del varón que las frecuenta.

                Hoy, 23 de septiembre,  es el día internacional contra la explotación y tráfico de mujeres. Contra la explotación laboral (aquella que en vez de contratos solamente tiene horas, obligaciones, vejaciones y miseria a la hora de cobrar). Estamos en tiempo de fiesta, en tiempo de equinoccio, despidiendo el verano en este hemisferio mientras allá abajo reciben a la primavera, lástima que todos no puedan tener fiesta y celebraciones. ¡Qué bonito tener cariño y respeto! Quizá algún día el mundo y sus gobernantes tomen alguna pastilla que les haga sensibles ante tantas vidas truncadas por la explotación más salvaje.

¡Qué difícil regresar cuando te atrapa el destino! Ellos y ellas saben que aunque se hayan equivocado nunca regresarán.

 




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