domingo, 15 de septiembre de 2013

LAS BODAS, LAS COMUNIONES, LOS BAUTIZOS…CONSUMISMO
Son momentos en que deberíamos potenciar los sentimientos más que el aperitivo y los menús de gama altísima.
Tanto festejo, gasto y organización acabarán haciéndonos pensar que mejor es no estar entre los invitados.

                               

         Últimamente, a pesar de la crisis, se ha extendido la costumbre de celebrar a lo grande acontecimientos que podían quedar en familia. Parece que la sociedad ha impuesto demostrar lo que tenemos y lo que no tenemos en actos que se han convertido poco menos que en una obligación.
            Las bodas han mejorado algo, la mayoría ya no obligan a los ateos a soportar el cuadro del cura aprovechando la coyuntura para largar su rollo y predicar la indisolubilidad del matrimonio con la de divorcios que están materializándose. Si fuera verdad los católicos en España serían una especie residual…que quizá lo son. Tampoco nos hacen ir al matrimonio civil y nos colocan un aprendiz de misionero, más o menos afortunado en sus sensiblerías y reflexiones.
            Se ha ganado en gestos de la gente cercana que tiene la oportunidad de expresar su cariño a las personas que quieren y desearles que sean felices. El resto ya entra dentro de las obligaciones sociales: menús extratosféricos, aperitivos de festín inagotables, bebidas sin límite y son marca, comida desperdiciada y un final con personas hartas de comer y beber y sin mucho tiempo para compartir momentos porque todo viene conveniente previsto en la boda organizada.
            Es tal el desperdicio de comida que pone los pelos de punta aún al menos preocupado de problemas sociales. Quedaría muy bien una nota de los novios, o de los padres paganos, donde se recortase a la mitad el gasto (a todas luces innecesario) y se explicará que ha sido donada la otra mitad al banco de alimentos o a guardarlo porque pintan bastos en la sociedad… No todos los que se casan o un hijo se bautiza o hace la comunión son personas a las que les sobre dinero y trabajo…
            Ha llegado a un punto muy delicado el…y yo más. Nadie quiere ser menos en las fiestas, en el gasto, aunque tengan que pedir prestado. La sociedad nos está llevando a unos extremos de consumo que vamos perdiendo pie de forma preocupante. Si los jóvenes, que son los que se casan, no van poniendo un cierto freno a tanto desmadre acabarán venciendo las formas sobre lo que realmente importa: el cariño que se tienen los que se juntan y el que les tienen quienes les acompañan.
            Ayer fue un momento hermoso la representación de la unión, hubo momentos para guardar con personas que expresaron públicamente sus sentimientos y un ambiente donde se podía estar bien. No faltó el exceso que hemos comentado, parece que la mayoría no pueden vencer la tentación, pero volví a casa contento (no por la bebida…) por el rato que había pasado en un ambiente agradables.
            Los novios estuvieron muy majos y felices. Espero que durante muchos años pueda brillar en sus ojos la emoción que nos hicieron vivir ayer al ver el cariño que comparten. La luna escuchó, entre nubes, mi deseo y era luna creciente…

            

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