VAMOS PERDIENDO LA CONCIENCIA EN EL CAMINO
Los problemas de los otros son cada vez más su problema
Si tienes la suerte de haber nacido en el lado bueno acabas ignorando el sufrimiento que habita en el bloque de al lado…
No nos dejan salida para los sueños, solamente nos inyectan dosis de cobardía.
Si los ladrones de cuello blanco son gente honrada, si los parados son unos vagos, si los pensionistas son un cáncer que amenaza el sistema, si se necesita a Otegui para hacer un plan en Catalunya, si Pinocho es peor que Ana Botella a la hora de saludar, si Duran y Navarro se juntan como amigos de ideas, si se ataca lo más sacrosanto, el Pilar, con una pequeña bombona de butano, si olvidamos los confetis de Mato, el mangue de Cristina, los amoríos del rey, los sobres, el aeropuerto de Castellón, es que ha aparecido el alzheimer como una enfermedad en forma de plaga, mucho más virulenta que aquella que narraba la biblia en Egipto.
Solamente faltaba que Pinocho quiera emular a Fraga bañándose en Palomares, donde los americanos habían perdido unas bombas atómicas en el agua, acercándose a las aguas de Fukushima en busca de una fotografía que le redima de sus muchas mentiras.
En este país, dónde algún día ya no podrá haber más parados porque hemos llegado al fondo, nos encontraremos con que los que trabajan lo hacen en unas condiciones que jamás habíamos imaginado que se volvería a hacer. Los precios de los productos que compramos suben, la mano de obra se abarata, ¿dónde va la diferencia? Ya se veía venir, los ricos cada vez más ricos…
Visto lo visto uno se acostumbra a retirarse a convivir con la suerte, son esa suerte que te ha colocado en el lado bueno, donde cobras a fin de mes, tienes tu casa, no estás muy enfermo y puedes permitirte el lujo de disfrutar de pequeños caprichos. Cuando en las noches de luna llena sales al balcón y le cuentas que las personas te quieren y que tú quieres a las personas, que dormirás en la seguridad de ser un privilegiado aunque ves la que está cayendo al otro lado, sientes aquella satisfacción mezclada con una culpa lejana que te deja disfrutar con injusta paz de los privilegios que te rodean.
Y la cabronada es que no nos han dejado alternativa, es difícil creer en nada porque todo está invadido por la política, el egoísmo y la burocracia. Lentamente vas aceptando ser el borreguito feliz que no quiere renegar de la suerte de tener suficientes prados para no pasar hambre en muchos años. La conciencia se va apagando, se razonan los silencios, se olvidar los lugares donde tenías que estar y la vida se rodea de un aura de felicidad que ha olvidado los principios para sentirse bien, muy bien…
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