miércoles, 27 de noviembre de 2013

LOS SINDICATOS SE PARECEN A LOS POLÍTICOS
Esta es una de las peores cosas que se pueden decir de ellos. Sus gestos no ayudan a generar confianza en los trabajadores.
Deben ser consecuentes, si piden dimisiones a la derecha por sus grandes robos deben aplicarse el cuento cuando les pillan en sus pequeñas trampas…
La derecha no es su amiga, no deben extrañarse de que les ataquen.

                                      
                    
            Creo que la mayoría de las personas pensamos que la organización de los trabajadores es necesaria para enfrentarse al poder del empresario y del capital, se han alcanzado unos niveles de respeto a los derechos de las asalariados que se deben preservar ante los ataques que vienen. Una persona en solitario en el actual mercado de trabajo estaría condenada a aceptar unas condiciones semiesclavistas si no existe quién vele por el cumplimiento de las leyes.
            Partiendo de este supuesto, la necesidad de organizaciones que defiendan a los trabajadores, podemos comenzar a analizar la función actual de muchos de los sindicatos que se decían de clase o de izquierdas. UGT, CC.OO., USO… han construido una superestructura carísima que ha deteriorado su imagen. Vemos cantidad de personas liberadas, políticos por todas partes, poltronas intocables, sueldos de consideración esperando el sobre sueldo de un cursillo o las dietas de un congreso, vemos personas que no se parecen a los parados a los que dicen defender.
            Cuando llega un momento de crisis debe aparecer esa vocación de ayudar a la sociedad, a mí me hubiera gustado que los liberados sindicales de educación volvieran a los Centros voluntariamente para evitar los recortes de personal, un gesto para que nos creamos que lo que les importa es el buen funcionamiento de los servicios esenciales de la sociedad del bienestar. No entro ya a hablar de cómo defienden a los colectivos de afiliados ignorando, en muchos casos, los derechos de otros trabajadores, menores en número o no afiliados.
            Con esta superestructura costosa, y poco cercana a los currantes, se limitan a buscar actos en que recaben la representatividad de los colectivos para seguir teniendo capacidad de negociar y poder para defender sus prebendas, léase subvenciones y cursillos. ¿Por qué los sindicatos tienen que organizar cursillos de formación si existe una formación profesional y un departamento de educación que son especialistas en esta tarea? Estos días estamos viendo que existe un pastel, pequeñito comparado con los de los grandes partidos, que han ido degustando en forma de congresos, comidas, bolígrafos o bolsos… Los sindicatos no pueden hacer este regalo a la derecha y, cuando les pillan, hacer lo mismo que ellos: frases y dilatar el problema para evitar asumir responsabilidades hasta enero…
            No se puede pedir la dimisión de Rajoy y que Cándido Méndez se retire como una tortuga a la espera de que pase la tormenta. No se puede pedir que los recortes comiencen por arriba y ellos sujeten sus minisobresueldos de miseria en sus poltronillas. La izquierda no puede jugar a denunciar ser perseguida con mala uva por la derecha, sabe que los ricos no son sus amigos (¿lo saben?) y si ellos tapan el caso Bárcenas no es justificación para que ellos silencien sus fallos.
            Se han vivido buenos tiempos en los que algunos vividores se han servido de los sindicatos para su lucro, es hora de adelgazar esa impresentable burocracia que han montado y bajar a luchar por los salarios dignos, por los despidos sin efectos retroactivos, por los derechos de las personas que trabajan. Los de Paco, el de Roma, publicarán textos hermosos pero tardarán mucho tiempo en verse a los obispos en las manifestaciones contra los recortes sociales. Llevan años alejándose con discursos vacíos y con movilizaciones simbólicas, si es por falta de fuerza quizá deberían preocuparse de lo que han hecho mal para que los trabajadores no confíen en ellos si no están muy apurados…
            Me duele escribir estos días, tengo miedo de que la derecha me haya comido el coco y me este convirtiendo en un filofascista de mierda. Espero no llegar nunca allí y si me acerco procuraré reconducirme…


Nota: no todos los sindicalistas son iguales, algunos se mojan junto a su gente y no tienen miedo a ser condenados… Plas plas plas

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