viernes, 20 de diciembre de 2013

¿ES DECENTE PAGAR MILLONADAS A LAS ESTRELLAS?
Se recalifican terrenos y se hacen leyes a medida para tener contentos a los socios.
Somos un país en quiebra que paga como nadie a las estrellas.
Hacienda mira para otro lado para no buscar problemas o dinero negro en las cuentas.

                                            
             Quizá soy más crítico porque no soy simpatizante del Madrid o del Barcelona, arrastró mis simpatías por segunda división esperando no desaparecer en estos años de crisis y deudas. Mi Zaragoza está en peligro y no quiero ni saber lo que debe a Hacienda y porqué no piensa pagar si no es con un cambio de nombre.
            Un país intervenido, lleno de parados y donde ser mileurista o jubilado comienza a ser sinónimo de persona acomodada, tiene a los deportistas del mundo del fútbol mejor pagados de la Tierra. Ya sé que sin toros y fútbol sería peligrosa la convivencia pero tenemos que comenzar a pensar que no somos los inventores del dinero y que alguien tiene que tener muchos millones para aguantar este tinglado que ayuda a sacar pecho a cuatro políticos baratos.
            Han dejado que estos trabajadores del balón de élite burlen más veces de la cuenta su contribución a la Haciende pública. Aquellas Sociedades que inventara un chorizo visionario como Jesús Gil hoy son moneda común. Los derechos de imagen una nueva formula de escaquear sus ingresos. No pagar la seguridad social un recurso extendido en clubs con problemas. Pagar una sociedad, propiedad de los socios o de los accionistas, esos sueldos a las figuras del mundo del fútbol es una infamia que debería avergonzarnos y, sin embargo, nos enorgullece y nos llena de fervor hacía los colores de nuestro club preferido.
            De repente aparecen unos grandes rascacielos en la parte noble de Madrid donde antes existía una Ciudad Deportiva llena de espacios verdes y sacamos pecho porque nos parecemos a Nueva York sin pensar que alguien ha metido la mano en la bolsa de todos para favorecer, con un trozo de la capital, los intereses de un club que pagará con votos de socios el favor que podrán admirar las generaciones venideras. Pero no pararon aquel día: El ayuntamiento de Madrid favoreció a la entidad al valorar en 22 millones unos terrenos que 13 años antes, en 1998, se estimaban en 595.000 euros. "Todo se hizo conforme a la Ley. Ya hubo denuncias que ni siquiera se aceptaron", expuso Pérez.
            Las cajas apoyaron con sus créditos los grandes fichajes, todos han recibido los favores de los políticos de turno en nombre del amor a la ciudad o de las ganas de que los socios no se enfaden. En otros clubs se buscan millones perdidos en el fichaje de una estrella, no uno ni dos sino cincuenta.
            La conclusión es convertirnos en víctimas. Nos tiene envidia Europa por nuestros triunfos. Atacan al club, y a nuestra estrella, porque lo ganamos todo. Todo es legal (porque las leyes se hacen pensando en nosotros). Saquemos pecho porque somos los mejores y pagamos a nuestras estrellas lo que valen. Hacienda mira para otro lado hasta que alguien la obliga a pedir unos cuantos millones de euros a algunos declarantes que, cual Cristina o Mato o el mismo rey, no se enteraron de lo que se hacía con su dinero. Ellos reinan, vegetan o juegan al balón, son otros quienes hacen y deshacen su inocencia…
            El circo no puede desmontarse en un día pero podemos comenzar a pensar que no somos los más ricos del mundo y si nos sobra el dinero a algunos, bien harían en invertirlo de una manera menos provocativa que como lo estamos haciendo. Los clubs de cualquier deporte de élite están al completo de extranjeros fichados a golpe de talonario, no vienen buscando el sol y la paz de Franco, vienen a por la pasta que parece sobrarnos. En algunas alineaciones hay que buscar nativos para pensar en España y cuando son de la tierra ya cobran como estrellas. La luna no quiere ser de estos quehaceres cómplice, aunque jamás renegará de su condición de estrella.


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