HABLANDO DE LA
LUNA LLENA
¡¡¡Tantos secretos bien guardados
en horas de vigilia de personas cargadas de sentimientos!!!
Parar el reloj, mirar la luna adornada
de estrellas y saber que nos escucha, paciente, hace de ella un fiel compañero
de viaje.
No creo que la pisaran los
americanos, prefiero pensar que nadie ha profanado los secretos en ella
guardados por tantos seres humanos.
Nos
engaña con sus cambios de tamaño, nos ignora en las noches cargadas de nubes,
pone ilusión en las personas que ya la tienen y acompaña las lágrimas de
quienes vienen, heridos, a mirarla. Quizá lo que llama a la calma cuando la
luna llena nos contempla es su silencio, su quietud. Necesitan las prisas un
descanso, piden las penas un consuelo, necesitan las ilusiones un reposo y
ella, vieja maestra ya, sabe dar a cada uno lo que busca en la oscuridad del día.
Las
estrellas, aquellos astros muy grandes ante los que la luna se siente enana,
son meros acompañantes cuando los ojos se fijan en ella para esconder en su
regazo nuestros secretos, nuestros sueños y nuestros llantos. Son puntitos
luminosos, lejanos, que no sirven para hablar con ellos, solamente llegan a
meros observadores de ese mundo de emociones que crean la luna y los humanos.
La
luna nueva es bonita, la media luna parece un redondel averiado, cuando la
redondez llega a sus veintiocho días muchas personas están esperando para salir
al balcón, detener el tiempo y dejar que la vida fluya en silencio contemplando
el reflejo del día. La cara oculta, aquel secreto que nunca nos enseña, debe
ser un lugar inhóspito, negro como la noche y cargado de fantasmas y de miedos,
la parte que nos enseña cada día, con el sol poniendo vida a tierra árida, es
capaz de generar milagros, besos, tristeza, ilusión y desencanto según desee el
corazón de quién se sienta en el balcón a huir del ruido y de la prisa y
encontrarse con la vida que lleva en su interior.
Siempre
he creído que es un invento que los americanos, con el Apolo 11, llegaran a la
luna en 1969 y que volvieran como si hubieran dado un paseo con un avión con
piloto en buen estado psíquico. Era entonces difícil llegar y mucho más crudo
lo tenían para volver. Si era tan fácil ¿por qué no han regresado en estos casi
cincuenta años a tocar con sus manos su superficie y desvelar los misterios de
su cara oculta? Prefiero pensar que es mentira que profanaran la luna y que los
secretos de tantas vidas sin sueño están a buen recauda en esa luz de luna
llena que estos días se abraza con fuerza al mar en sus mareas.
El
que no se enrolla es porque no quiere. Yo me declaro amigo de la luna, jejeje.
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