viernes, 3 de abril de 2015

HABLANDO DE LA LUNA LLENA
¡¡¡Tantos secretos bien guardados en horas de vigilia de personas cargadas de sentimientos!!!
Parar el reloj, mirar la luna adornada de estrellas y saber que nos escucha, paciente, hace de ella un fiel compañero de viaje.
No creo que la pisaran los americanos, prefiero pensar que nadie ha profanado los secretos en ella guardados por tantos seres humanos.

                                     Luna brillante
                        
             Cuando llega la luna llena y te asomas al balcón hay un algo especial que se mueve dentro de muchas personas. Ella está ahí, silenciosa, quieta, callada, llena de luz, quizá esperando a escuchar los lamentos o los gozos de quienes transitamos aguas abajo. Sabemos que ni mengua ni crece pero miramos con frecuencia el ritmo imaginario de su crecimiento, sabemos que está unida a nosotros porque nunca marcha y que ese mar, donde el horizonte también nos habla, se acerca a ella y se aleja en una historia de amores y desencuentros.
            Nos engaña con sus cambios de tamaño, nos ignora en las noches cargadas de nubes, pone ilusión en las personas que ya la tienen y acompaña las lágrimas de quienes vienen, heridos, a mirarla. Quizá lo que llama a la calma cuando la luna llena nos contempla es su silencio, su quietud. Necesitan las prisas un descanso, piden las penas un consuelo, necesitan las ilusiones un reposo y ella, vieja maestra ya, sabe dar a cada uno lo que busca en la oscuridad del día.
            Las estrellas, aquellos astros muy grandes ante los que la luna se siente enana, son meros acompañantes cuando los ojos se fijan en ella para esconder en su regazo nuestros secretos, nuestros sueños y nuestros llantos. Son puntitos luminosos, lejanos, que no sirven para hablar con ellos, solamente llegan a meros observadores de ese mundo de emociones que crean la luna y los humanos.
            La luna nueva es bonita, la media luna parece un redondel averiado, cuando la redondez llega a sus veintiocho días muchas personas están esperando para salir al balcón, detener el tiempo y dejar que la vida fluya en silencio contemplando el reflejo del día. La cara oculta, aquel secreto que nunca nos enseña, debe ser un lugar inhóspito, negro como la noche y cargado de fantasmas y de miedos, la parte que nos enseña cada día, con el sol poniendo vida a tierra árida, es capaz de generar milagros, besos, tristeza, ilusión y desencanto según desee el corazón de quién se sienta en el balcón a huir del ruido y de la prisa y encontrarse con la vida que lleva en su interior.
            Siempre he creído que es un invento que los americanos, con el Apolo 11, llegaran a la luna en 1969 y que volvieran como si hubieran dado un paseo con un avión con piloto en buen estado psíquico. Era entonces difícil llegar y mucho más crudo lo tenían para volver. Si era tan fácil ¿por qué no han regresado en estos casi cincuenta años a tocar con sus manos su superficie y desvelar los misterios de su cara oculta? Prefiero pensar que es mentira que profanaran la luna y que los secretos de tantas vidas sin sueño están a buen recauda en esa luz de luna llena que estos días se abraza con fuerza al mar en sus mareas.

            El que no se enrolla es porque no quiere. Yo me declaro amigo de la luna, jejeje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario