sábado, 3 de junio de 2017

HOY TOCA FÚTBOL Y… MAÑANA TAMBIÉN
Vemos a personas llorando de alegría o de tristeza por su equipo favorito.
Soy aficionado al deporte pero nunca he logrado vivir esa pasión, en el fondo creo que les tengo envidia.
Franco sabía de estas cosas más que  nadie y utilizaba al fútbol para que el equipo, que hoy se ha proclamado campeón de Europa, ganara cinco seguidas.

                     Resultado de imagen de fotografias de aficionados en la final de cardiff

             Evidentemente nada tiene que ver este Real Madrid con aquel al que protegía la dictadura. Juega al fútbol de maravilla y tiene a jugadores como Isco o Kroos que hacen disfrutar a los aficionados al balompié y a un “matador” inigualable como Ronaldo. También tiene mucho dinero y por eso se reparten la tarta los poderosos que pueden comprar a los mejores y a las promesas. Mi Zaragoza está en quiebra y por eso camina malamente en segunda.
            El comentario que he hecho arriba me gustaría ampliarlo. Existen muchas personas, millones, que viven el deporte de una forma tan intensa que son capaces de llorar por una derrota o quedarse sin cenar si su equipo pierde. Los nervios inundan todo su físico y gesticulan, gritan y se emocionan con una intensidad que se admira desde fuera. Hasta miran al cielo o se presinan sus actores principales cuando algo va bien o persiguen un objetivo deportivo.
            Los políticos lo saben y es difícil que quiebre un equipo de fútbol o que hacienda les machaque si tienen muchos socios. Los votos son los votos y la importancia del fútbol para muchas personas hace que hasta Hacienda se olvide de vez en cuando de las deudas de dichas sociedades. Es curioso que en un mundo en crisis, que nos afecta muchísimo, seamos el hospedaje preferido de los mejores futbolistas del Planeta. ¿No nos sorprende que con los mayores niveles de pobreza alimentemos las cuentas corrientes de los astros mejor pagados de la Tierra?
            Ya sé que son sociedades mercantiles o que son propiedad de los socios (no comprendo el por qué las diferencias) pero me hace pensar que algo anormal pasa cuando dilapidamos ingentes cantidades de dinero para que vengan a jugar a nuestro país las figuras del fútbol mundial. ¡Y no vienen por los títulos o el sol sino por la pasta con la que se irán!
            Medio país está contento y feliz. Siento, ya lo decía al comienzo, una cierta envidia de no tener esa intensidad de sentimientos que provocan las victorias de su equipo en muchas personas. ¡Debo estar mayor! O quizá es que mi Zaragoza no hace las cosas que logran el Madrid, la Juve o el Barcelona.
            Si viviéramos todas las cosas con la misma intensidad este mundo sería muy distinto…

            

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