HOY
TOCA FÚTBOL Y… MAÑANA TAMBIÉN
Vemos
a personas llorando de alegría o de tristeza por su equipo favorito.
Soy
aficionado al deporte pero nunca he logrado vivir esa pasión, en el fondo creo
que les tengo envidia.
Franco
sabía de estas cosas más que nadie y
utilizaba al fútbol para que el equipo, que hoy se ha proclamado campeón de
Europa, ganara cinco seguidas.
Evidentemente nada tiene que ver
este Real Madrid con aquel al que protegía la dictadura. Juega al fútbol de
maravilla y tiene a jugadores como Isco o Kroos que hacen disfrutar a los
aficionados al balompié y a un “matador” inigualable como Ronaldo. También
tiene mucho dinero y por eso se reparten la tarta los poderosos que pueden
comprar a los mejores y a las promesas. Mi Zaragoza está en quiebra y por eso
camina malamente en segunda.
El comentario que he hecho arriba me
gustaría ampliarlo. Existen muchas personas, millones, que viven el deporte de
una forma tan intensa que son capaces de llorar por una derrota o quedarse sin
cenar si su equipo pierde. Los nervios inundan todo su físico y gesticulan,
gritan y se emocionan con una intensidad que se admira desde fuera. Hasta miran
al cielo o se presinan sus actores principales cuando algo va bien o persiguen
un objetivo deportivo.
Los políticos lo saben y es difícil
que quiebre un equipo de fútbol o que hacienda les machaque si tienen muchos
socios. Los votos son los votos y la importancia del fútbol para muchas
personas hace que hasta Hacienda se olvide de vez en cuando de las deudas de
dichas sociedades. Es curioso que en un mundo en crisis, que nos afecta
muchísimo, seamos el hospedaje preferido de los mejores futbolistas del Planeta.
¿No nos sorprende que con los mayores niveles de pobreza alimentemos las
cuentas corrientes de los astros mejor pagados de la Tierra?
Ya sé que son sociedades mercantiles
o que son propiedad de los socios (no comprendo el por qué las diferencias)
pero me hace pensar que algo anormal pasa cuando dilapidamos ingentes
cantidades de dinero para que vengan a jugar a nuestro país las figuras del
fútbol mundial. ¡Y no vienen por los títulos o el sol sino por la pasta con la
que se irán!
Medio país está contento y feliz.
Siento, ya lo decía al comienzo, una cierta envidia de no tener esa intensidad
de sentimientos que provocan las victorias de su equipo en muchas personas.
¡Debo estar mayor! O quizá es que mi Zaragoza no hace las cosas que logran el Madrid,
la Juve o el Barcelona.
Si viviéramos todas las cosas con la
misma intensidad este mundo sería muy distinto…
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