sábado, 26 de septiembre de 2020

                                                             EL SILENCIO 

Todos sabemos que manda el dueño y en los medios de comunicación no existen excepciones. Al leer las noticias del día tenemos bien claro que se parecen poco las informaciones de ABC y las de Publico o las del Marca y el Sport. Somos conscientes de que la objetividad brilla por su ausencia y que quién marca la línea editorial es el amo de la cadena de televisión o del periódico. 

           A man reading the Holy Bible. : Foto de stock 

Hasta aquí, por avisados, nada nuevo y es menos peligroso si somos conscientes de la dependencia y falta de objetividad de los medios. 

Pero durante los últimos 45 años hemos sido maltratados por el silencio que todavía está presente a día de hoy. Callaron con la amnistía, con la monarquía, con el 23F, con las fortunas amasadas en el franquismo, con los palios que regalo la iglesia católica a la dictadura, con mil cosas que dejaron bien atadas en el olvido los medios de comunicación. Ya pasaron, pero no es bueno olvidarlo. 

El problema es que siguen vigentes los silencios.  La monarquía se puede citar, pero con suma prudencia, el dinero de los tanques es tema sagrado, los miles de políticos y sus privilegios nadie los cuestiona, los funcionarios de no hacer nada parecen intocables, los asesores son desconocidos y los recolocados no son cuestionados, mil temas más siguen en el olvido porque manda el silencio. 

Dice la Constitución que somos un país laico pero la enseñanza religiosa concertada es intocable y los colegios privados siguen rezando cargados de privilegios y oraciones. Es un enemigo excesivamente peligroso que domina la lengua y el ordenador de los periodistas, no es cuestión de poner en peligro la situación a la que nos llevaron bajo palio los artífices de la transición. 

 

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