domingo, 5 de diciembre de 2021

 CAMÍ DE RONDA. Tossa de Mar 

Sigo siendo el Renault Captur que nació averiado. 

     A veces hacemos muchos kilómetros para llegar a ninguna parte y tenemos el cielo al lado. Estos días he visitado de nuevo el Camí de Ronda entre Lloret y Tossa, primero me han aparcado en una playa desierta, Playa Canyelles, donde mis dueños han hecho su bocadillo mirando, como yo, al mar. Una gozada el silencio solamente inquietado por el sonido de las olas al acariciar a la arena. 

                               

         Cala Canyelles 

   Parece que no tenían muchas ganas de caminar y han vuelto a acompañarme a la siguiente playa. No han andado muy finos porque me han dejado tirado en una urbanización y ellos han entrado por un camino de cabras a visitar Cala Morisca. Cuando han vuelto estaban derrotados y me han contado que es preciosa, pero con más de 100 escalones muy altos para llegar y el señor mayor se las vio negras para regresar a su asiento. 

Hemos dado mil vueltas para intentar llegar a cala Llorell y caminar mis dueños desde allí hasta Tossa porque unos millonarios rusos y unos millonarios alemanes han puesto barreras en sus urbanizaciones para impedir que yo, y otros como yo, escuchemos en silencio el romper de las olas en las rocas. Al volver me he quedado admirado del buen humor del señor mayor que no para de comentar la excursión. 

Repite unas cuantas veces que en toda su vida no ha visto cuatro calas tan bonitas como las de playa Llorell y que podrían venir en verano a disfrutar del camping, aunque posiblemente sea también de capital extranjero y sus playas estén concurridas y no solitarias como ahora.  Me sorprende porque sé que el señor mayor ha pisado la arena de muchísimas playas del Cantábrico y de cientos de paisajes junto al mar repartidos por medio mundo. 

Habla de subidas y bajadas, pero nada que ver con las de Cala Morisca, del castillo de Tossa, de calas perdidas y hermosas, de una mañana de sol en la que ha descubierto muy cerca la belleza que a veces ha buscado lejos. Espero que no me tenga todos los días por los mismos lugares porque yo también quiero ver mundo y coger experiencia pues ya tengo 1000 kilómetros y es hora de que vaya conociendo nuevas rutas. 

  Es otoño, hacía sol y la arena, el cielo azul y los cambiantes colores del mar invitaban a detener el tiempo y disfrutar de cada momento. 

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