UN VAQUERO EN BRUSELAS

Un empujón mal dado al presidente de Montenegro como el peor de los matones.

Se niega a que el cambio climático sea tomado en serio porque lo primero es hoy y si desaparece la vida en la Tierra será mañana.

La otra perla que nos regala es la de vendedor de armas.

                       

            Cuando ves a una “persona” que aparta con violencia a otra para colocarse en primera fila sabes que tienes delante a un matón que se preocupa muy poco de respetar a las personas que habitan a su alrededor. Ha venido a Europa en plan chulo y para nada a respetado posturas mayoritarias o acuerdos pasados, ha detenido cualquier concesión a intentar frenar el deterioro de la atmósfera y el calentamiento global; tanto él como el primo de Pinocho saben que vamos de mal en peor pero prefieren cargarse ellos la Tierra, y vivir el día a día, que pensar en el futuro.

            Les ha llamado tacaños y les ha exigido que pongan más pasta en el presupuesto de la O.T.A.N. para sus guerras preferidas. Le ha vendido armas para hacer desparecer el Planeta a los árabes que son los que armaron a los rebeldes sirios para acabar con al Ássad y ahora tienen el mundo puesto patas arriba. Cualquier día decidirá gastar sus armas almacenadas para sustituirlas por otras más modernas y prestará(a cambio de pasta gansa) las viejas a países en conflicto o se las hará sufrir a “amigos” como Corea del Norte, Irán o Venezuela. La guerra es su mundo y el muro mexicano le parece un juego de niños para vender humo entre los votantes latinos asentados en Estados Unidos.

            Una persona con estos tres gestos es el hombre más poderoso de la Tierra, con capacidad para decidir sobre nuestras vidas sabiendo que nos considera seres inferiores a los que apartaría de un empujón, sin ninguna consideración. Pinocho ha aprendido a ponerse en segunda fila para que no le suceda nada de esto y no demostrar su don de lenguas haciendo de traductor para los líderes que no saben idiomas (es humilde y no quiere fardar…).

            Trump ha llegado al poder, como Hitler, con los votos de los habitantes de su país. Las crisis hacen estos milagros provocan ceguera en los votantes que solamente miran su cartilla de ahorros y poder seguir disfrutando de sus vacaciones.