BORRADOR
DE NOVELILLA ACABADO
Una
historia en la Segunda República para quedarme contento.
No
sé si será buena pero he disfrutado escribiéndola.
Hacer
algo que te gusta: el trabajo, las vacaciones, escribir, es muy gratificante.
Estos días cuando iba terminando mi
historia me sentía satisfecho. Esta novelilla es un sueño que tenía desde hace
años y me he quedado a gusto en muchas de sus páginas diciendo cosas que
pensaba. Quizá no sea muy buena pero ha tenido ya su premio, me ha hecho sentir
bien y hoy cuando ponía el punto y final al borrador sabía que había disfrutado
de lo que había estado haciendo estos meses aunque los cabreos por mi falta de
disciplina no han faltado.
Pensaba que tengo la fortuna de
seguir disfrutando de lo que hago. No sé si es porque tengo la suerte de que
quienes me rodean me miman y me dejan hacerlo (esto es seguro) o porque tenemos
siempre la oportunidad de ver la parte positiva de lo que hacemos. Quizá las
dos cosas juntas regalen muchas sonrisas hasta a los jubilados…
He soñado con mi personaje
principal, José, he vivido sus tropiezos y los golpes que ha ido recibiendo, he
sufrido con Damiana y algo menos con María, mujeres que en tiempos de la
Republica padecieron y lucharon por no rendirse jamás. Si mis personajes fueron
capaces de tener momentos felices todos tenemos la oportunidad de construir
islas donde lo negativo no tenga lugar.
Yo caí en la educación, de maestro escuela,
por casualidad. Cuando recuerdo lo que he disfrutado de mi trabajo durante
décadas soy consciente de que he sido una persona afortunada. Volvía de
vacaciones con ganas de reencontrarme con mis alumnos y cada día iba contento a
la escuela. No sé si fui yo quién inventó el sentirme bien o es que tuve la suerte
de caer en un curro que permitía disfrutar y soñar que estabas haciendo algo
útil.
Creo que me jubilé aprendiendo, ya
un poco pasado de moda con los años, y me di cuenta de que los alumnos perciben
con claridad cuando te gusta tu trabajo y el respeto que les tienes y entonces
te perdonan los fallos porque valoran más el otro mensaje. Pasamos tantas horas
de nuestra vida trabajando que lo mejor que podemos hacer es intentar poner
optimismo en ese tiempo, por el tipo de trabajo, por el dinero que cobramos,
por los compañeros… mejor inventar la realidad que teñirla de negro.
Los telediarios se deleitan con los
sucesos (son El Caso), los políticos nos ponen a cien, las leyes van robando
nuestras libertades, los niños cada vez son más difíciles… pero nosotros
tenemos el poder de inventar una parte de esa realidad y construir un barco
para navegar por momentos agradables. No podemos naufragar, tenemos que cuidar
que sea muy bueno nuestro velero.
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