lunes, 16 de octubre de 2017

BORRADOR DE NOVELILLA ACABADO
Una historia en la Segunda República para quedarme contento.
No sé si será buena pero he disfrutado escribiéndola.
Hacer algo que te gusta: el trabajo, las vacaciones, escribir, es muy gratificante.

                                    Resultado de imagen de fotografias de un velero

            Estos días cuando iba terminando mi historia me sentía satisfecho. Esta novelilla es un sueño que tenía desde hace años y me he quedado a gusto en muchas de sus páginas diciendo cosas que pensaba. Quizá no sea muy buena pero ha tenido ya su premio, me ha hecho sentir bien y hoy cuando ponía el punto y final al borrador sabía que había disfrutado de lo que había estado haciendo estos meses aunque los cabreos por mi falta de disciplina no han faltado.
            Pensaba que tengo la fortuna de seguir disfrutando de lo que hago. No sé si es porque tengo la suerte de que quienes me rodean me miman y me dejan hacerlo (esto es seguro) o porque tenemos siempre la oportunidad de ver la parte positiva de lo que hacemos. Quizá las dos cosas juntas regalen muchas sonrisas hasta a los jubilados…
            He soñado con mi personaje principal, José, he vivido sus tropiezos y los golpes que ha ido recibiendo, he sufrido con Damiana y algo menos con María, mujeres que en tiempos de la Republica padecieron y lucharon por no rendirse jamás. Si mis personajes fueron capaces de tener momentos felices todos tenemos la oportunidad de construir islas donde lo negativo no tenga lugar.
Yo caí en la educación, de maestro escuela, por casualidad. Cuando recuerdo lo que he disfrutado de mi trabajo durante décadas soy consciente de que he sido una persona afortunada. Volvía de vacaciones con ganas de reencontrarme con mis alumnos y cada día iba contento a la escuela. No sé si fui yo quién inventó el sentirme bien o es que tuve la suerte de caer en un curro que permitía disfrutar y soñar que estabas haciendo algo útil.
            Creo que me jubilé aprendiendo, ya un poco pasado de moda con los años, y me di cuenta de que los alumnos perciben con claridad cuando te gusta tu trabajo y el respeto que les tienes y entonces te perdonan los fallos porque valoran más el otro mensaje. Pasamos tantas horas de nuestra vida trabajando que lo mejor que podemos hacer es intentar poner optimismo en ese tiempo, por el tipo de trabajo, por el dinero que cobramos, por los compañeros… mejor inventar la realidad que teñirla de negro.

            Los telediarios se deleitan con los sucesos (son El Caso), los políticos nos ponen a cien, las leyes van robando nuestras libertades, los niños cada vez son más difíciles… pero nosotros tenemos el poder de inventar una parte de esa realidad y construir un barco para navegar por momentos agradables. No podemos naufragar, tenemos que cuidar que sea muy bueno nuestro velero.

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