FORREST
GRUMP Y LOS REYES MAGOS
Volviendo
a ver la película recordé la sonrisa ilusionada de los niños pequeños al ver
pasar a los Reyes Magos inventados por el Vaticano.
Historias
inverosímiles que tocan el corazón de mayores o niños.
Siempre he dudado de que las
invenciones de la iglesia, basadas en la mentira más adornada jamás inventada,
para los Reyes Magos sean lo mejor para despertar la ilusión de los niños.
Cuando veo las miradas de los más pequeños, al verles pasar, me quedo sin
argumentos porque están llenas de fantasia y, me imagino, sin el egoísmo de los
hijos mayores que esperan solamente recibir sus regalos. Creo que las peleas de
aquel segundo de primaria donde se descubre la paternidad y maternidad de los
Magos, y la desilusión, quedan compensadas por esos momentos de espera y esas
noches en vela. No me gusta que se utilice esa fe ciega para controlar el
comportamiento de los niños y haberles hecho durante cientos de años fieles
temerosos de los diez mandamientos interpretados por padres y Papas.
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Sed buenos o los Reyes Magos…
Pero lo que pensaba anoche, viendo
nuevamente Forrest Grump, es que conservamos la inocencia de los niños al
emocionarnos con historias inverosímiles, llenas de sentimientos y sueños, con
final feliz y moraleja incluida. De alguna forma necesitamos esos anhelos para
hacer que el corazón sienta o que una lágrima furtiva enseñe el caudal de niñez
que conservamos y que iremos recuperando en su integridad al conquistar la
vejez.
Evidentemente tanto la historia de
Forrest como la de los Reyes Magos son completamente inverosímiles pero se
conservan en la memoria a pesar de los medios de comunicación, que multiplican
reyes y carrozas de caramelos e ignoran a las personas diferentes. Siguen
llevando oro, incienso y mirra al hijo de un carpintero, que no sabemos dónde
nació pero que parece que detuvo una estrella y bajaron ángeles del cielo a
custodiarlo… es como Caperucita o Blancanieves y además vienen a casa a
traernos regalos… es una bonita historia para ser buenos de vez en cuando.
Forrest, que ni respeta la novela en
la que se basa, va directamente a buscar el corazón de los espectadores que nos
dejamos conquistar por la sencillez de aquel muchacho distinto que triunfa en
la vida al más alto nivel, hasta pescando gambas. Creo que nos atraen su
sensibilidad, su espontaneidad y la ilusión de creer que los milagros, y los Reyes
Magos, existen a la hora del cine al igual que en la cabalgata. Lástima que al
pasar los Reyes se encienden las luces y la realidad vuelven a robar espacio a
las ilusiones de vivir en el mundo mágico que disfrutamos unas horas.
Quizá sin la magia de lo imposible no
sería tan soportable el día a día. Por eso no me atrevo a criticar el brillo de
los ojos de los niños al ver pasar a los Reyes Magos, ni la lágrima furtiva que
puede robar Forrest Grump.
Disfrutaré de los regalos, que la
sociedad de consumo nos obliga a comprar, pero procuraré no olvidar soñar que otro mundo es
posible para todos, incluso para Forrest Grump.
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