sábado, 6 de enero de 2018

FORREST GRUMP Y LOS REYES MAGOS
Volviendo a ver la película recordé la sonrisa ilusionada de los niños pequeños al ver pasar a los Reyes Magos inventados por el Vaticano.
Historias inverosímiles que tocan el corazón de mayores o niños.

                       Resultado de imagen de fotografias de Forrest Gump

            Siempre he dudado de que las invenciones de la iglesia, basadas en la mentira más adornada jamás inventada, para los Reyes Magos sean lo mejor para despertar la ilusión de los niños. Cuando veo las miradas de los más pequeños, al verles pasar, me quedo sin argumentos porque están llenas de fantasia y, me imagino, sin el egoísmo de los hijos mayores que esperan solamente recibir sus regalos. Creo que las peleas de aquel segundo de primaria donde se descubre la paternidad y maternidad de los Magos, y la desilusión, quedan compensadas por esos momentos de espera y esas noches en vela. No me gusta que se utilice esa fe ciega para controlar el comportamiento de los niños y haberles hecho durante cientos de años fieles temerosos de los diez mandamientos interpretados por padres y Papas.
-          Sed buenos o los Reyes Magos…
            Pero lo que pensaba anoche, viendo nuevamente Forrest Grump, es que conservamos la inocencia de los niños al emocionarnos con historias inverosímiles, llenas de sentimientos y sueños, con final feliz y moraleja incluida. De alguna forma necesitamos esos anhelos para hacer que el corazón sienta o que una lágrima furtiva enseñe el caudal de niñez que conservamos y que iremos recuperando en su integridad al conquistar la vejez.
            Evidentemente tanto la historia de Forrest como la de los Reyes Magos son completamente inverosímiles pero se conservan en la memoria a pesar de los medios de comunicación, que multiplican reyes y carrozas de caramelos e ignoran a las personas diferentes. Siguen llevando oro, incienso y mirra al hijo de un carpintero, que no sabemos dónde nació pero que parece que detuvo una estrella y bajaron ángeles del cielo a custodiarlo… es como Caperucita o Blancanieves y además vienen a casa a traernos regalos… es una bonita historia para ser buenos de vez en cuando.
            Forrest, que ni respeta la novela en la que se basa, va directamente a buscar el corazón de los espectadores que nos dejamos conquistar por la sencillez de aquel muchacho distinto que triunfa en la vida al más alto nivel, hasta pescando gambas. Creo que nos atraen su sensibilidad, su espontaneidad y la ilusión de creer que los milagros, y los Reyes Magos, existen a la hora del cine al igual que en la cabalgata. Lástima que al pasar los Reyes se encienden las luces y la realidad vuelven a robar espacio a las ilusiones de vivir en el mundo mágico que disfrutamos unas horas.
            Quizá sin la magia de lo imposible no sería tan soportable el día a día. Por eso no me atrevo a criticar el brillo de los ojos de los niños al ver pasar a los Reyes Magos, ni la lágrima furtiva que puede robar Forrest Grump.

            Disfrutaré de los regalos, que la sociedad de consumo nos obliga a comprar, pero  procuraré no olvidar soñar que otro mundo es posible para todos, incluso para Forrest Grump.

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