martes, 9 de enero de 2018

NO SALIMOS DEL LÍO
Volvemos a la casilla de salida, todo parado.
El enfrentamiento está servido porque se radicalizan las posiciones.
Me he enterado de que soy iletrado, monárquico, fascista y antidemócrata…

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            El problema de Catalunya se ha enquistado y no tiene visos de solución con los actuales actores políticos. Malvados, mártires, fascistas, demócratas, populistas son términos de las redes sociales y de los medios de comunicación que van radicalizando las posturas y proporcionando votos a quienes más apuesten por mantener el problema vivo, léase Ciudadanos y PDeCAT. Sin comentarios sobre ninguno de los dos.
            Se han acostumbrado, desde los dos bandos, a insultar sibilinamente a quién piensa distinto. Yo, una persona no independentista, veo que formo parte de un grupo del cinturón de Barcelona inculto e incapaz de votar con altura de miras, porque eso deben proporcionarlo los títulos académicos. Tampoco soy republicano, aunque estoy a hasta las narices de la monarquía y más de la española impuesta por un dictador asesino que no nos dejó votar para restituir el gobierno legítimo derrocado en 1939.
            Evidentemente no soy demócrata porque ellos han decidido que votar es un derecho sagrado que no tiene limitaciones: la pena de muerte, la expulsión de los extranjeros (Israel dicta estos días) o muchas cosas que limitan tan elemental derecho por las leyes que se ha dado esta sociedad capitalista, a la que creía soportar con quienes me quitan el título de ciudadano abochornado con las injusticias sociales que conlleva.
            Lo que me hace sonreír es que acabe siendo considerado amiguete de Arrimadas y Pinocho precisamente por quienes votaron antaño a los filoPP de Convergencia. Parece que no se puede ser otra cosa que independentista o de extrema derecha, corrupta y violenta. El 155 parece que nos coloca fuera de la ley y a los jueces cerca del paredón.
            Hay muchas más gracias que voy leyendo, en señores muy serios y muy letrados, por lo que estoy pensando en ir al psiquiatra para analizar mis dos personalidades la que creía tener y la que me adjudican con plena seguridad algunos amantes de la independencia.
            Se ha elegido un Parlament para que gobierne y resuelva los problemas de los que lo pasan mal y de los que lo pasan regular. Todos vimos lo que pasó y lo que dijeron los políticos independentistas cuando proclamaron su República, volver de nuevo al mismo lugar parecía una estrategia para ganar votos pero mantener el pulso ahora es contribuir a provocar un desastre mayor. Creo que los ciudadanos no quieren un país paralizado camino de una nueva crisis o quizá sí, yo ya no acierto una con los apellidos que voy acumulando…
             


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