NO
SALIMOS DEL LÍO
Volvemos
a la casilla de salida, todo parado.
El
enfrentamiento está servido porque se radicalizan las posiciones.
Me
he enterado de que soy iletrado, monárquico, fascista y antidemócrata…
El problema de Catalunya se ha
enquistado y no tiene visos de solución con los actuales actores políticos.
Malvados, mártires, fascistas, demócratas, populistas son términos de las redes
sociales y de los medios de comunicación que van radicalizando las posturas y
proporcionando votos a quienes más apuesten por mantener el problema vivo,
léase Ciudadanos y PDeCAT. Sin comentarios sobre ninguno de los dos.
Se han acostumbrado, desde los dos
bandos, a insultar sibilinamente a quién piensa distinto. Yo, una persona no
independentista, veo que formo parte de un grupo del cinturón de Barcelona
inculto e incapaz de votar con altura de miras, porque eso deben proporcionarlo
los títulos académicos. Tampoco soy republicano, aunque estoy a hasta las narices
de la monarquía y más de la española impuesta por un dictador asesino que no
nos dejó votar para restituir el gobierno legítimo derrocado en 1939.
Evidentemente no soy demócrata porque
ellos han decidido que votar es un derecho sagrado que no tiene limitaciones:
la pena de muerte, la expulsión de los extranjeros (Israel dicta estos días) o
muchas cosas que limitan tan elemental derecho por las leyes que se ha dado
esta sociedad capitalista, a la que creía soportar con quienes me quitan el
título de ciudadano abochornado con las injusticias sociales que conlleva.
Lo que me hace sonreír es que acabe
siendo considerado amiguete de Arrimadas y Pinocho precisamente por quienes
votaron antaño a los filoPP de Convergencia. Parece que no se puede ser otra
cosa que independentista o de extrema derecha, corrupta y violenta. El 155
parece que nos coloca fuera de la ley y a los jueces cerca del paredón.
Hay muchas más gracias que voy
leyendo, en señores muy serios y muy letrados, por lo que estoy pensando en ir
al psiquiatra para analizar mis dos personalidades la que creía tener y la que
me adjudican con plena seguridad algunos amantes de la independencia.
Se ha elegido un Parlament para que
gobierne y resuelva los problemas de los que lo pasan mal y de los que lo pasan
regular. Todos vimos lo que pasó y lo que dijeron los políticos
independentistas cuando proclamaron su República, volver de nuevo al mismo
lugar parecía una estrategia para ganar votos pero mantener el pulso ahora es
contribuir a provocar un desastre mayor. Creo que los ciudadanos no quieren un
país paralizado camino de una nueva crisis o quizá sí, yo ya no acierto una con
los apellidos que voy acumulando…
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