LOS
SECRETOS DEL MAR
Todos sabemos que aunque está por
encima de nuestras cabezas en la playa no nos inundará. Es tan inmenso que
podemos ir ensuciándole generación tras generación hasta que acabemos con la
vida en sus aguas. Damos por supuesto que la luna es capaz de atraer toda su
masa y elevarla toda cada día dos veces hasta dos metros. Sí, ese satélite “pequeñito”
que nos escucha por las noches y nos deja hablar de sueños con él puede con todos los océanos.
Estamos tan convencidos de que se
quedará con nosotros como de nuestra incapacidad de volar, damos por supuesto
que la ley de la gravedad es infalible y que el mar puede habitar en un Planeta
redondo sin tener la intención de ocupar nuestra tierra. Aunque es posible que
le obliguemos algún día a inundar nuestras playas si seguimos echando agua en
los polos al cuenco en que se recogen sus aguas.
Es difícil comprender estas
obviedades y muchos pagaron un alto precio por intentar que llegaran a ser
verdades universales. Es un milagro el equilibrio del Planeta en el que vivimos
aunque nos hemos acostumbrado a verlo como lo más normal del mundo, todo obvio:
rotar sin chocar, las mareas, el agua que no vuela, estar plano y curvado a la
vez, esa gravedad, los meteoritos siempre pequeñitos que se convierten en
estrellas fugaces sin hacer daño el equilibrio que nos regala la naturaleza… Solamente
los humanos parecen dispuestos a acabar con el Planeta y son capaces de
conseguirlo…
Pero ayer, sentado frente al mar con
una cerveza fresca, veía los colores del mar, cambiantes al antojo del sol.
Azul oscuro, verde claro o agua blanca que rompía en la arena de la playa.
Contemplaba el horizonte y no perdía de vista los veleros que, arrastrados por
el viento, parecían volar sobre las aguas. No amanecía ni se ponía el sol pero
ese mar inmenso llama a la belleza y a viajar más allá del horizonte, es un
buen amigo de los sentimientos bellos y deberíamos cuidarle porque ya se queja
de las dentelladas que le damos los humanos…
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