SE
ACERCA LA PRIMAVERA
Esperemos
que el cambio climático no acabe un día con ella.
Los
trigos crecen, los almendros florecen, es tiempo de vida.
Bonito
contraste con el cielo azul y las
montañas nevadas.
Al salir a la carretera te sorprende
como los trigales han pintado de verde, de alegría, las tierras de secano. Ni
el agua ni el viento han podido con ellos, saben que es su momento de germinar
para entregar la cosecha en julio o agosto. Unas máquinas pusieron la semilla
en la tierra y ella aguantó las heladas para asomarse al aire cuando el tiempo
parece más benigno.
Pero si algo destaca estos días son
los almendros en flor con sus colores blancos y rosáceos. Han teñido el campo
de contrastes y alegra verlos ya dispuestos a recibir a la primavera sin miedo
al frío del invierno. Ahora que están alineados en las fincas, cuidados, son
como reductos de alegría en medio de unos campos pintados de verde.
En el bosque los pájaros ya observan
como la naturaleza despierta y aceleran sus trinos, sus vuelos y sus nidos.
Admira como la naturaleza conoce los tiempos, las estaciones, y repite sus
costumbres con una perspicacia que sorprende a quienes quieren mirarla. Callada
y escondida con el frío, despierta exuberante con la llegada del buen tiempo.
Es una sabiduría rutinaria que no me canso en descubrir cuando llegan los meses
de marzo y abril.
Al volver a la ciudad, cargado de
optimismo, he visto las calles también llenas, las terrazas ocupadas y a las
personas despertando al tenue sol de la tarde. Nosotros también vamos esperando
el buen tiempo, la vida en el campo y el ajetreo en las calles. Llega la
estación de las flores, de los trinos, de la vida, y todo llama al optimismo y
a alejar los nubarrones que con demasiada frecuencia nos amenazan.
Esperamos que los tornados, las olas
gigantes y los vientos huracanados no sean mensajeros de cambios climáticos que
hieran de muerte a esa hermosa señora llamada primavera.
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