EL
PESO DE LA HISTORIA
Tendremos
que vivir con el dolor de haber sido educados en una sociedad machista.
La
solución, la educación, es tan lenta que no podemos esperar callados.
Por
los miles de mujeres violadas que sufrieron la agresión en silencio.
Evidentemente todos, menos los
jueces, estamos convencidos de que en Pamplona se produjo una violación
impresentable por unas personas que carecen de los mínimos principios de
respeto hacia la mujer. Son culpables y han sido condenados aunque no por
aquellos hechos que nos parecen evidentes imaginando a cinco personas fuertes
abusando de su fuerza sobre una joven que no puede huir.
Pero el problema de Pamplona, siendo
grave por el machismo que destilan los jueces (sobre todo uno), solamente es la punta del iceberg que han puesto los medios
de comunicación en primera página de los telediarios. Son frecuentes las violaciones
en fiestas, con alcohol y drogas por medio, que ayudan a que se descontrole el
machismo que muchos hombres llevamos dentro. Son muchas las personas que sufren
abusos continuos de sus familiares y superiores, si sucede con las grandes
estrellas de las pasarelas y del cine podemos imaginarnos lo que puede
acontecer en una empresa con lo que el paro significa para muchas personas.
Si añadimos a esto que la persona
violada queda marcada de por vida en su entorno por una sociedad que tiende a
culpar a la víctima y la poca credibilidad que los jueces conceden a las
denuncias de las mujeres que no pueden aportar pruebas concluyentes de los
hechos denunciados, tenemos un panorama sombrío que no arreglarán los
tribunales. Muchas personas en silencio sufrirán y seguiremos dudando de las mujeres
que son maltratadas por hombres sin escrúpulos.
Si consideramos normal que en cada zona
de la península existan casas de prostitución con clientes sobrados, si los
chistes y comentarios destilan una imagen la mujer que la religión y los poderosos han
querido inculcarnos, sabemos que tardará tiempo en poder darse la vuelta a la
tortilla. Las familias y los centros de enseñanza van excesivamente lentos,
sobre todo esos hogares en que se destaca a los machos por su fuerza y vigor y
se educa de forma desigual a niños y niñas.
Nos quieren educar para triunfar
pero se ignora muchas veces que en la base de todo se debe imponer el respeto a
los demás. Toda la educación que recibimos los mayores estaba contaminada por
la idea pecaminosa que trasmitió la iglesia de la sexualidad y la imagen de la
mujer que el franquismo nos impuso con su prensa controlada. En la cocina y a
cuidar de los niños, sumisa, objeto para satisfacer al varón, con derechos
limitados por el varón e incapacidad implícita hasta para votar a sus
gobernantes hasta 1933. Es mucha la historia de machismo y a la vez que condenamos
a cuantos se puedan pillan debemos insistir en que la familia y los centros
educativos son el camino para encauzar, con penosa lentitud, la vida de esta
sociedad enferma.
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