martes, 1 de mayo de 2018


OTRO 1 DE MAYO
Un recuerdo para quienes lucharon para llegar hasta aquí.
Volvemos a perder derechos y permanecemos callados.
Los jubilados y las mujeres son como un soplo de ilusión.

                         Protestas en Chicago, 1886
“Corría el año de 1877 y las huelgas de los ferroviarios, las reuniones y las grandes movilizaciones en Estados Unidos eran reprimidas a balazos, golpes y prisión. Estas mismas tácticas represivas y la necesidad imperiosa por la defensa y la asociación para buscar mejoras en las condiciones de trabajo que en ese tiempo eran de semiesclavitud dieron pie a la gestación de un movimiento de resistencia y lucha de trabajadores que algunos años más tarde daría sus frutos.
“El 1 de mayo de 1886, 200 000 trabajadores iniciaron la huelga mientras que otros 200 000 obtenían esa conquista (la jornada de 8 horas) con la simple amenaza de paro.
En Chicago la huelga acabó con muertos en las manifestaciones y con cinco dirigentes condenados a muerte y ejecutados. La jornada de ocho horas, como casi todas las conquistas sociales, tuvo un alto coste en vidas humanas. Llegar a un mínimo respeto hacia los trabajadores fue un camino largo lleno de mártires.
Vivimos unos tiempos en que los derechos de los trabajadores están siendo “legalmente” robados, donde muchos sueldos no llegan para vivir al ritmo de la sociedad en la que vivimos y donde ni los jóvenes ni los mayores tienen un futuro claro, la fiesta del 1 de mayo, día reivindicativo por excelencia, no despierta pasiones. Esperamos pacientes a que las leyes mordaza o las reformas laborales pisoteen la vida de las personas. La seguridad de muchos hace que se convierta en un silencio culpable por dejar que los de siempre (los de la pasta) vayan invadiendo lentamente los territorios conquistados por aquellas luchas pasadas. ¡Y muchas las hemos vivido los mayores!
Cuando se llega a algún problema serio siempre nos entretienen con unas cremas robadas o con unas declaraciones que soliviantan a los jueces intocables. Si salen a la calle los perjudicados se les contempla como seres lejanos a los que esperan que el cansancio desanime y con promesas de tres al cuarto o mentiras para aliviar las penas dejan los problemas sin soluciones razonables.
Los sindicatos, aquella fuerza que consiguió un país algo más justo, están desubicados, con estructuras costosas y alejados de los problemas de la sociedad, y pendientes de no desagradar a sus afiliados. Llegan tarde a los problemas y han perdido el contacto con aquellas personas socialmente más desfavorecidas que viven en precario sometidas a la insaciable eficacia del sistema. Son necesarios pero deben hacérselo mirar porque con cuatro fotografías junto a la patronal y unas migajas para los que viven en la seguridad no cumplen la misión que yo espero de ellos.
1 de mayo, días de recuerdos de luchas pasadas que esperemos no tengan que volver a necesitar de la violencia para conservar lo que aquellos mártires un día conquistaron.

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