viernes, 8 de junio de 2018


¿POR QUÉ NO ESTÁN CALLADITOS?
Aquello de los 100 días de tregua se ha reducido a unas horas.
Podían, al menos la izquierda, ayudar a que no vuelva el tándem Cs-PP.
El diálogo entre dos suele ser más fructífero rodeado de silencios.

                           Resultado de imagen de fotografia del nuevo gobierno de sanchez
                           Más bonito sin el rey pero no he encontrado otra...

            Estos días estamos asistiendo a un ataque despiadado al gobierno de Pedro Sánchez. Ha sido valiente nombrando a muchas mujeres bien preparadas para cargos de alta responsabilidad, ha demostrado que no le tiembla la mano para poner al frente de Asuntos Exteriores a Borrell, una persona denostada por los independentistas, y hasta ha colocado a personas afines al PP (desconozco sus razones) en zonas mediáticas. Estamos ante un gobierno que nace muerto y que aspira (como hicieron Borrell y Sánchez en su partido) a resucitar de las cenizas.
            Al menos creo que deberían darles tiempo para derogar la ley mordaza entre todos, no basta con estar quejándonos de ella cada día. Podemos hablar del acercamiento de presos en esos diálogos que no hablan con la prensa (sobre todo los de ETA que llevan décadas viajando los familiares y está liquidada la banda). La reforma laboral parece otro instrumento necesario para evitar los abusos que los grandes empresarios están cometiendo con sus trabajadores. Subir las pensiones más bajas para que puedan llegar a final de mes sobre todo las viudas y elaborar un sistema de reparto de alimentos para atacar de raíz, y sin trampas, las carencias alimentarias de los niños y adolescentes.
            Se me olvidaba todos tenemos derecho a que si estamos enfermos nos atienda un profesional y, evitando los abusos de los turistas de conveniencia, hacerle universal.
            Me parece que el mundo tendría otra cara con esas poquitas cosas y que quedarían en ridículo quienes se opusieran a ellas o, lo que es lo mismo, sabríamos en qué lado del camino está cada partido. Si luego nos empeñamos en llamar de nuevo a Pinocho, o a alguien mucho peor, ya será cuestión de lo ricos que se sienten los desfavorecidos. Los votos deben aparecer al final del camino y TODA la izquierda debería ayudar a que esas leyes y otras muchas (existen los decretos) puedan girar el color de los gobiernos.
            El problema de Catalunya es insoluble en el corto plazo y no puede ir más allá de unas declaraciones altaneras para ver quién dialoga más… en la prensa.
           

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