¿POR
QUÉ NO ESTÁN CALLADITOS?
Aquello
de los 100 días de tregua se ha reducido a unas horas.
Podían,
al menos la izquierda, ayudar a que no vuelva el tándem Cs-PP.
El
diálogo entre dos suele ser más fructífero rodeado de silencios.
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Estos días estamos asistiendo a un
ataque despiadado al gobierno de Pedro Sánchez. Ha sido valiente nombrando a
muchas mujeres bien preparadas para cargos de alta responsabilidad, ha
demostrado que no le tiembla la mano para poner al frente de Asuntos Exteriores
a Borrell, una persona denostada por los independentistas, y hasta ha colocado
a personas afines al PP (desconozco sus razones) en zonas mediáticas. Estamos
ante un gobierno que nace muerto y que aspira (como hicieron Borrell y Sánchez
en su partido) a resucitar de las cenizas.
Al menos creo que deberían darles
tiempo para derogar la ley mordaza entre todos, no basta con estar quejándonos
de ella cada día. Podemos hablar del acercamiento de presos en esos diálogos
que no hablan con la prensa (sobre todo los de ETA que llevan décadas viajando
los familiares y está liquidada la banda). La reforma laboral parece otro
instrumento necesario para evitar los abusos que los grandes empresarios están cometiendo
con sus trabajadores. Subir las pensiones más bajas para que puedan llegar a
final de mes sobre todo las viudas y elaborar un sistema de reparto de
alimentos para atacar de raíz, y sin trampas, las carencias alimentarias de los
niños y adolescentes.
Se me olvidaba todos tenemos derecho
a que si estamos enfermos nos atienda un profesional y, evitando los abusos de
los turistas de conveniencia, hacerle universal.
Me parece que el mundo tendría otra
cara con esas poquitas cosas y que quedarían en ridículo quienes se opusieran a
ellas o, lo que es lo mismo, sabríamos en qué lado del camino está cada
partido. Si luego nos empeñamos en llamar de nuevo a Pinocho, o a alguien mucho
peor, ya será cuestión de lo ricos que se sienten los desfavorecidos. Los votos
deben aparecer al final del camino y TODA la izquierda debería ayudar a que
esas leyes y otras muchas (existen los decretos) puedan girar el color de los
gobiernos.
El problema de Catalunya es
insoluble en el corto plazo y no puede ir más allá de unas declaraciones
altaneras para ver quién dialoga más… en la prensa.
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