viernes, 25 de enero de 2013


EL REY SÍ COBRA LA PAGA EXTRA
         El Tribunal Supremo prohíbe los conciertos a los centros que discriminan la admisión por el sexo. ¿Rectificarán Wert y sus acólitos o pasarán del Tribunal Supremo?
                   Recortes reales
          Hoy vengo de jugar la partida al mus con los amigos y, por lo tanto, relajado de haber pasado tres horas distraído, charlando y sin noticias desagradables. Nosotros decimos que la partida es como un buen psiquiatra porque durante unas horas nos aleja de la dura e incoherente realidad que nos rodea. El mus también permite decir mentiras y marcarse faroles lo que nos entrena para aguantar lo que se nos viene encima.
            El rey se ha convertido en el hazmerreir de los españoles a costa de no tener ni idea de la realidad que pisa. No sabemos si tiene o ha tenido queridas y poco nos importaría si no tuviéramos que pagar nosotros la convidada, pero recuperar su paga extra con la que está cayendo roza el escarnio. Rebajar de 72 a 45 los coches (cochazos) de la casa real no es comprensible para los 6 millones de parados, en todo caso para los chóferes y mecánicos enchufados a su servicio.
            La justicia no siempre es lenta e injusta. Hoy aparece una sentencia del Tribunal Supremo que pone un poco de juicio a la interpretación de las leyes. Con la entrada en vigor de la Ley Orgánica de Educación se prohíbe tener la condición de centros concertados cuando en el régimen de admisión de alumnos se discrimine por razón del sexo. El señor Wert y en algunos casos la Generalitat de Catalunya se han empeñado en ignorar las leyes, espero que con lo constitucional que es el Wert para españolizar a los catalanes no se oponga a los mandatos del Tribunal Supremo. ¿Qué engaño inventarán para mantener los conciertos?
            Hoy estoy muy relajado. El rey y Wert son casos perdidos y crónicos, ya no valen ni para apagar fuegos y tiene que salir el cómico Rajoy, con la chistera llena de nuestro dinero, para dar la impresión de que está lloroso por los pobres que el ha ayudado a poner en la calle con su Reforma Laboral. La luna llena también tiene alguna sonrisa y sobre todo esconde nuestros sueños. En la partida ensayamos órdagos pequeñitos por si algún día las plazas de este país se atreven a echarle un órdago de los grandes al gobierno.

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