MI CARTA A LOS REYES MAGOS
Lo más importante que les pido es que seamos siempre
más amables de lo necesario.

Hoy llego
tarde porque estaba enganchado con un libro de aquellos en que los sentimientos
suplen la calidad literaria con creces. La lección de August de R. J. Palacio.
Sencillamente he sentido a un niño, con carencias físicas, cerca y he
reflexionado sobre el daño que a veces hacemos a personas que son diferentes en
algo de nosotros. Fácil de leer y no me pagan por decirlo…
Queridos mitos
de Belén os escribo antes de que el papa os retiré del nacimiento como a la
vaca y al buey. Cuando yo investigaba vuestras vidas descubrí que Baltasar,
Basaltar para los amigos, se hizo negro allá por el siglo diez y posteriormente
me cercioré de que no se paró ninguna estrella porque sino lo de los mayas ya
sería un chiste viejo. Si ninguna estrella abandonó el firmamento para guiaros
no pudisteis dar con el camino a una cuadra con un niño que nadie sabe donde
nació.
Pero a mi me
gustan los mitos y me llena de ilusión pedir cosas a unos seres que nunca
visitaron Belén en el año cero.
Quiero que nos
hagáis a todos más amables de lo necesario, esta idea se la he robado al
director del colegio de August.
Me pido seguir
amando con la ilusión de aquel muchacho de 15 años y que mi amor dure muchos
años intentando detener el tiempo.
Para los que
me rodean pido que me sigan queriendo porque uno se siente muy bien cuando le
miman.
Para todos, en
vez de caramelos y mariconadas varias, os pido un saco de mala leche para
luchar contra las injusticias que se cometen contra los que vivimos abajo y
contra los que viven en el otro lado.
De paso como
tenemos tantas cosas podíais hacerme tres favores:
Llevaron muy
lejos a un rey feo elegido a dedo, que quiere ser igual que yo, a su hijo cara
bonita y a la nieta que promocionan para reina.
No olvidéis
echar a la basura a los políticos que nos gobiernan, al senado, a los banqueros
que quebraron nuestros bolsillos, a la Merkel que sueña con bajar nuestras pensiones y a
cuantos predican la austeridad para otros sin repartir sus tesoros.
Quemad las
leyes de educación, del aborto, de la reforma laboral, la de las jubilaciones y
dejar encendida la hoguera para las que vengan en fila con estas.
Sonrío porque
me gustaría que existiera el mito de Belén y que una estrella escuchara mi
carta por si tuviera a bien concederme algo más que el carbón que espero y
merezco. Un abrazo a los mitos de Belén de un aprendiz de niño entrado en años.
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