RECUERDO CUANDO EL CARNAVAL
ERA UNA PROTESTA
Los estudiantes, faltaban muchos, defendían una mejor
educación.
El PP no hacía ni caso y pasaba a
intentar imponer los toros en Catalunya.

Hay otras partes de España dónde también
existen costumbres parecidas. Yo para no faltar a la costumbre me he disfrazado
con mis compañeras de gimnasia pero eso será tema del próximo martes porque no
tengo la foto para presentároslas. A mi me gustó siempre más la juerga que el
disfraz pero cuando los años ya ponen limitaciones podemos aceptar huir un poco
de la rutina con una pequeña mutación exterior.
Estuvo tan mal visto por las religiones
y el franquismo el carnaval que creo que por eso se me hace simpático al
recordar aquella forma de rebeldía que significaban estas fechas. Hoy ha estado
marcado por estudiantes que salían a la calle para protestar por la reforma de
Wert mientras todas las autonomías del PP pasaban por el aro.
Es una reforma discriminatoria, que atenta
contra la enseñanza pública, deja fuera del sistema a muchos estudiantes válidos,
intenta romper el equilibrio de las autonomías en educación y, sobre todo, no
atiende los problemas eternos pendientes: detectar los problemas de los alumnos
de forma precoz y atenderlos, aclarar las competencias básicas a trabajar,
mantener la ratio en los centros y prestigiar al profesorado.
Me parecían muy finas y festivas las
manifestaciones de los estudiantes, no digo que tengan que destrozar el
mobiliario urbano pero habrá que pasar de tres días sin clase a una implicación
multitudinaria en las protestas.
En eso de españolizar Catalunya ya
tenemos otro frente abierto. El PP declarará las corridas de toros como Bien de
Interés Cultural y pasará, según ellos, a ser competencia del Estado. Yo no soy
antitaurino, y me gustan los toros, pero el PP tiene la extraña virtud de
buscar votos donde más duele y eso toca las narices. Ya consiguieron otros
miles de independentistas, son como niños.
Mejor disfrazarse para intentar cambiar
por unos días nuestras preocupaciones y nuestra rutina. Unas buenas risas, con
tortilla o butifarra, siempre son bienvenidas.
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