martes, 20 de agosto de 2013

FIESTAS DE GRACIA
Un barrio distinto para unas fiestas sin santos.
Si conseguimos sortear a las personas podemos sentir en alguna plaza el latir del pueblo que fue.
Si no lo conseguimos siempre habrá una foto, un concierto o una copa.
           
                                             
  
            Gracia es hoy un barrio de Barcelona atrayente porque conserva aquel recuerdo del pueblo que fue en sus calles, plazas y bares. No es el barrio de la Colometa de la Plaça del Diamant, aunque también, no es un barrio de bohemios aunque viven unos cuantos, tampoco es un barrio de abuelos, yo diría que es un cachopedazotrozo de todo lo que no es el resto de Barcelona.
            Gracia era un pueblo de campesinos que crece vertiginosamente en el s.XIX pasando de 3000 habitantes a 62000 en cincuenta años. Desaparece la fiesta de San Isidro y su fiesta mayor pasa a la Mare de Deu d’Agost o a San Roc. La fiesta se consolida a finales del siglo XIX con un carácter cívico impulsada por entidades obreras o recreativas, una de ellas el Ateneo.
            Uno de los mayores atractivos de sus fiestas son sus calles adornadas. Los vecinos de una forma muy artesanal preparan con algún motivo concreto su calle, que competirá con el resto por los premios. Papel, cartón coloreado, plásticos o botellas junto a los elementos más insospechados pueden contribuir a recrear el tema elegido por los vecinos.
            Los conciertos, las exposiciones, los actos culturales, los espectáculos, los chiriguitos improvisados en cada calle, los botellones que compiten con los precios baratos de los bares y personas de lo más variopinto conforman unas fiestas especiales. Según la hora así es el personal que habita sus calles, desde las familias matineras a los vecinos cenando en el anochecer pasando por aquellos jóvenes alternativos que ponen una nota de exotismo en la noche.
            Este año los vecinos estaban menos colaboradores, quizá nuestra sociedad comienza a ver raro eso de ponerse de acuerdo y preparar en común los adornos, y las calles se han resentido, en número y en la calidad de la mayoría de los adornos. El ambiente como siempre, cada uno a los suyo y las cámaras inmortalizando el paseo por sus calles.
            Acabarán las fiestas y seguirá el barrio de Gracia para pasear en la tranquilidad de sus noches o para sentarse en una de sus plazas a respirar lo que queda de aquel pueblo de campesinos que hoy se ha visto instalado en el centro de la gran ciudad.
            Si alguien se acerca hoy o mañana la luna llena acompañará en lo alto un paseo mágico por sus calles engalanadas.

                             
           


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