jueves, 26 de septiembre de 2013

DESEO LA CONDENA DEL FRANQUISMO Y DE SUS CRIMENES
Yo no quiero olvidar, porque aquellos mismos pueden volver a las andadas.
Si ahora falta libertad sería bueno dar un paseo por los años en que pensar diferente era un pasaporte para la cárcel y manifestarse en la calle jugar con tu vida.

                                           
                  
            Les piden que condenen el franquismo a los franquistas de toda la vida, a los que utilizando el miedo de la transición se quedaron en el poder para siempre dando la razón a aquel sanguinario dictador, llamado Franco, que afirmaba:
-         Queda todo atado y bien atado.
Tanto el rey, elegido por él a dedo, como Suárez, dirigente histórico muy franquista, dejaron impunes los crímenes de cuarenta años, donde media España supo del sabor de la derrota, de la represión, de la cárcel y de asesinatos múltiples. La prensa, y algunos nefastos políticos de la izquierda, ensalzaron la figura de estos dos meapilas que no hicieron otra cosa que jurar los principios del movimiento y salvar al franquismo de pagar sus vergonzosos crímenes.
Cuarenta años después, habiendo visto partidos de izquierdas en el poder muchos años, estamos en las mismas. El PP defiende el franquismo porque son ellos mismos y la izquierda solamente cacarea cuando está en la oposición. Nadie se atreve a condenar a cuantos contribuyeron a causar represión y muerte solamente por defender lo votado en las urnas por los españoles o por no pensar como el franquismo obligaba.
Yo estoy muy enfadado con el robo del estado del bienestar que están haciendo estos políticos del PP que siguen recortando donde duele y no rozan a los grandes capitales ni a sus prebendas. Me asusta cuando a los manifestantes se les vuelve a considerar terroristas o la televisión, la prensa y la radio se convierten en canales monocordes, todos son la misma canción. Tenemos más fútbol que con Franco y no se resignan a dejar de agradecer a los toros los servicios prestados en entretener al personal.
Creo que cuando nos poníamos delante de los caballos de los grises o subíamos a presidir una asamblea en la facultad, sabiendo que los grises atacarían a porrazos y con balas de verdad, éramos personas con poco que perder, mucha ilusión por cambiar el mundo y soñadores de un espacio de libertad. Cada paso que dabas era fichado por aquellos secretas conocidos y por los secretas infiltrados, tus noches dependían de sus caprichos y tu libertad de un mal día de algún mamporrero mal encarado. Cuando ves a tus amigos en Carabanchel la realidad te pone carne de gallina y el miedo te hace palidecer. Yo tengo pánico a la cárcel porque sé lo fácil que es entrar en ella cuando gobierna el fascismo y la intolerancia…
Las dos cosas se van consolidando en el país y las personas seguimos con miedo porque, a diferencia de entonces, casi todos tenemos cosas que perder y a las que no estamos dispuestos a renunciar.
Cuando tienen que venir de Argentina a recordarnos lo que no hemos olvidado, cuando le tienden una trampa a Garzón para acabar echándole de los juzgados por investigar franquismo y corrupción, cuando los cinco millones de parados guardan silencio, solamente nos queda recordar a la luz de la luna el suplicio del silencio y la mala leche contra la transición por haber olvidado lo que se les hizo a millones de españoles…
Yo si quiero que les condenen y que paguen por ello, yo no me conformo con restituir el buen nombre, son asesinos múltiples de delitos que no pueden olvidarse nunca y que, por tanto, no pueden prescribir… Casi todos están muertos pero no iría mal poner un letrero en sus tumbas al lado de su nombre con nuestro recuerdo:

- Aquí yace un asesino que aún no ha pagado por ello.

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