sábado, 5 de octubre de 2013

SE COMBATIRÁ LA POBREZA CUANDO TODOS QUERAMOS
Los muertos de Lampedusa se evitarán no cuando les visite el papa sino cuando se acabe con la miseria de sus países.
¡Que pena vivir en un mundo tan egoísta! Olvidamos que son personas las que mueren en el otro lado…
                                              
                    
  
870 millones de personas en el mundo pasan hambre. Es un dato escalofriante. Sobre todo teniendo en cuenta que en nuestro planeta vivimos en total 7 mil millones de personas y nuestra capacidad productiva sería capaz de alimentar al doble, a 12 mil millones. Lo dice la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. El hambre es entonces un problema con solución. Pero los gobernantes internacionales no se ponen de acuerdo. Tienen en sus manos la llave para la erradicación del hambre, pero no la usan. ¿Tienen la voluntad real de acabar con el problema?
Evidentemente la respuesta es: NO
El mundo occidental mantiene al tercer mundo en la miseria consciente de que las personas que allí viven no tienen derechos y sabedores de que son un filón de mano de obra barata para explotar. Los gobiernos occidentales, o del primer mundo, no tienen como labor prioritaria evitar la muerte de estas personas y su situación infrahumana.
Cuando estas personas tienen acceso a la televisión y a las noticias y conocen como se vive en el mundo de los ricos no debe extrañarnos que corran para intentar disfrutar de nuestros privilegios. Morirse de hambre en su tierra o en una patera en el borde del paraíso no tiene importancia.
La mayoría de las ONGs han burocratizado tanto su labor que gran parte del dinero no llega al destino para potenciar una vida digna en su país. La labor de los gobiernos, que es la única que puede enfrentarse al problema, se encuentra con pocos recursos porque prefieren vender su excedente de armas o exportar sus guerras a atender las necesidades básicas de las personas.
¡¡SON PERSONAS!!
Cuando se ahogan junto a la costa, se cuelan en nuestro entorno o recogen cartones en la basura, siguen siendo personas intentando sobrevivir en un mundo que han descubierto que es más peligroso que su miseria. Les vemos lejanos, se ahogan ellos, nos quitan el trabajo ellos, son sucios ellos… y olvidamos lentamente que son personas las que mueren al borde de su sueño.
Alguna vez he ido a votar a partidos que prometen elevar su ayuda al tercer mundo, algunos gobiernos son mejores de otros pero casi todos intentan darles lo que no necesitan, lo que quieren quitarse de encima… Es verdad que algunos roban, que la delincuencia es mayor cuando se vive en el borde del hambre rodeado de riqueza, pero creo que yo no sería tan sumiso como ellos, lucharía robando para comer cada día y utilizaría la ilegalidad para conseguir sobrevivir. Ellos solamente tienen una vida como nosotros y su única culpa es haber nacido al otro lado, donde pintan bastos…
Cuando mueren cientos de ellos en Lampedusa nos hierven los sentimientos, pero hay muchos muertos cada día, miles de muertos cada día, en le anonimato de una lancha inflable o junto a una tierra que no les alimenta.
Estos venían de Libia donde gobernaba un dictador, llamado Gadafi, muy malo, al que los buenos degollaron. En ese país había millones de subsaharianos trabajando y ahora buscan una barca para llegar a Lampedusa, los señores que están cobrando la factura de sus armas se olvidaron de dar cobijo a estas personas en su memoria. Mueren huyendo de una guerra que occidente provocó sin que nadie le llamara a hacerlo si no fueron sus intereses petrolíferos.
Me enfado muchas veces con Pinocho y con mil problemas más pequeños pero me indigna que los gobiernos que tienen poder para hacerlo no intenten siquiera evitar la muerte de esos 870 millones de hambrientos. Este mundo trata peor que a animales a quienes tuvieron la desgracia de nacer en el otro lado de la vida… Hoy miraba el arco iris de un día de otoño lluvioso y olvidé aquellos muertos que ya solamente son fotografías para periódicos.



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