domingo, 27 de octubre de 2013

¿SOMOS MONOS EVOLUCIONADOS?
Pensar eso era condena a muerte durante siglos para la Iglesia Católica.
Son tan maravillosos los órganos de nuestro cuerpo que es difícil aceptar que han surgido por casualidad, hasta en los chimpancés.
 Mi ex alumno, Rodrigo, decía: Es importante saber de donde venimos…
           
                      
             Esta tarde leía un comentario de un alumno mío, Rodrigo, que decía que es importante saber de donde venimos…
            Durante siglos nos obligaron a creer, y creímos, que había un dios que se ponía el mono y venía a diseñar el mundo y moldear en barro a Adán, el hombre. La mujer fue otra cosa, un detalle con Adán para que no estuviera solo y que le costó solamente una costilla. Era pecado grave defender otra cosa y de hecho continúa siendo un sacrilegio en muchas partes de Estados Unidos decir que no defiendes que dios bajara en persona a crear desde el último gusano a la más grande de las estrellas.
            Es importante saber de donde venimos…
            Yo cuando era creyente comencé a pensar que un dios no podía ser tan inútil para haber creado a los seres humanos tan desiguales, tan injustamente tratados por la vida y tan maltratados por las enfermedades. El cielo no me parecía una justificación a tantos desastres. Y por aquel entonces comenzaron a dejarnos leer y defender la evolución, cruzarnos con Darwin y Teilhard de Chardin y hacer aparentemente más razonable el mundo.
            A muchos les cuesta creer que los monos sea ese lugar de donde salimos aunque el parecido en físico y comportamiento delate la similitud. Siempre queda aquella soberbia que nos acompaña de creer que nuestra inteligencia no puede ser producto de la mejora de un chimpancé y que alguien nos puso una semilla diferencial en algún momento de la evolución. Quizá la especie impresa, una casualidad o un hecho extremadamente novedoso nos dio esta capacidad de ser tan malos y tan buenos al mismo tiempo. Cuando la televisión viaja por el cerebro repleto de neuronas no podemos dejar de maravillarnos de lo increíble e inexplicable que es nuestra realidad.
            Es tan perfecta, complicada e improbable la morfología de cualquier ser vivo que no podemos menos que admirarnos y quedarnos perplejos ante su existencia.
            Es importante saber de donde venimos para saber hacia donde vamos, acababa Rodrigo. Quizá debamos sencillamente sentirnos perplejos ante la realidad, no tener un miedo excesivo al lugar al que nos dirigimos e intentar vivir en el día a día los pensamientos, sentimientos y actos que nos permite, de forma restringida, esta sociedad. Aquel sentimiento de solidaridad que compartía ayer en mi muro puede ser tan grato como el amor de los quince años o el paseo de un anciano mirando las obras del barrio. Ser conscientes del milagro de la naturaleza que transportamos, de cómo aquellos monos nos dieron la oportunidad de ver más allá del ahora y sentirnos capaces de aceptar de somos finitos y no debemos fallarle a la vida.

            …para saber hacia donde vamos. Qué bonito sería tener una ligera idea de lo que encierra la nada y donde anidarán los sentimientos y las alegrías que conseguimos durante años cuando se alejen los latidos del corazón. Quizá solamente pervivan unos años en el recuerdo de quienes nos quisieron o nos miraron con respeto en el pasado, quizá el misterio del después debería maravillarnos tanto como el pasado…

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