PRESTIGE, CUANDO LAS PERSONAS
NO ENTENDEMOS NADA
Tienes un coche y te obligan a asegurarlo a terceros por la
responsabilidad que puedas tener en un accidente.
Tienes un barco viejo, bomba navegante, y eres inocente de
los desastres que ocasiones porque tu intención no era cargarte mil kilómetros de
costa.
Quizá no deba asegurar mi coche porque no tengo pensado
provocar ningún accidente.
Había
una vez un barco muy viejo que no se sabía muy bien si era de Liberia, en la
panza africana, o de Bahamas, islillas junto a Cuba. Era largo, más de dos
campos de fútbol, y a su edad le obligaban a cargar 80.000 toneladas de petróleo.
Un buen día cuando pasaba cerca de Galicia se vio sorprendido por una tormenta
que le abrió un boquete considerable.
Todo
esto sucedía hace 11 años, justo un 13 de noviembre. Esto es para que no
critiquemos a los jueces por su falta de detalles, sacan la sentencia el mismo
día que se produjo el desastre… aunque muchos años tarde. El viejo barco iba
soltando combustible y estaba muy cerca de las costas gallegas, algunos querían
ponerlo en un lugar cerca de la costa e intentar evitar una catástrofe.
El
ministro encargado de la cosa andaba de caza y no necesitaba hablar con ningún
marinero para afinar su puntería. Para que le dejaran tranquilo tomó la decisión
de apartarlo de las costas españolas y mandarle mar adentro, que es donde se
cierran mejor las heridas de un barco. Pinocho estuvo de acuerdo en desterrar a
Prestige porque era un quejita que solamente tenía un pequeño rasguño por donde
salían unos hilillos negros que parecían pastilina.
El
barco, muy triste, después de negarse durante horas a separarse de la costa,
fue obligado a alejarse. Su herida se fue haciendo más grande y acabó partiéndose
en dos dejando en el mar su ingente carga de casi 80.000 toneladas de veneno.
El veneno regreso muy enfadado a la costa gallega y cantábrica y se cargó la
pesca y las playas que encontró a su paso. Miles de personas de toda España acudieron
a limpiar el chapapote de las costas gallegas con sus manos y se creo el
movimiento Nunca Máis para no olvidar el desastre.
Aquel
cazador que montó el sarao alejando el barco para que naufragara y el de los
hilillos de plastilina siguen ocupando lugares de relieve en la política
estatal. De aquí se deduce que si te equivocas gravemente ya puedes quedarte
para siempre en política y si eres un buen Pinocho puedes llegar hasta a
presidente del gobierno. Nadie asumió responsabilidades políticas, todos
tuvieron razón, menos el viejo Prestige que descansa a casi 4000 metros de
profundidad después de haberse liberado de la carga que no fue capaz de llevar
a puerto. Condenado a la oscuridad por Cascos.
Al
parecer el que puso esa carga a Prestige era buena gente y no tenía conciencia
de su vejez. Tampoco pensaron que cargarse las costas fuera un delito mayor y
por eso les han absuelto a todos, menos a los españoles de a pie. Hemos pagado
los españoles la regeneración de las costas porque todos son inocentes. Algunos
de los que mandaron a navegar al Prestige herido ni siquiera se sentaron en el
banquillo. Yo estoy cada vez más convencido de no asegurar mi coche de segunda
mano porque no tengo intención de correr mucho, tampoco he pensado en hacer
daño a nadie y mucho menos dejar en el paro a miles de pescadores, con el gasto
que supone para nosotros los paganos. Los que tienen barcos con muchos años
solamente tienen que asegurar la carga para cobrar del seguro por si se hunde.
Es barato cargarse el medio ambiente, es un valor en alza.
Si
no nos preocupa la destrucción de la
Tierra no vamos a estar atentos a lo que pasó con aquel viejo
barco hace 11 años que contaminó las costas con toneladas de espeso chapapote.
Hilillos fáciles de limpiar… diría Pinocho.
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