miércoles, 13 de noviembre de 2013

PRESTIGE, CUANDO LAS PERSONAS NO ENTENDEMOS NADA
Tienes un coche y te obligan a asegurarlo a terceros por la responsabilidad que puedas tener en un accidente.
Tienes un barco viejo, bomba navegante, y eres inocente de los desastres que ocasiones porque tu intención no era cargarte mil kilómetros de costa.
Quizá no deba asegurar mi coche porque no tengo pensado provocar ningún accidente.

                             

            Había una vez un barco muy viejo que no se sabía muy bien si era de Liberia, en la panza africana, o de Bahamas, islillas junto a Cuba. Era largo, más de dos campos de fútbol, y a su edad le obligaban a cargar 80.000 toneladas de petróleo. Un buen día cuando pasaba cerca de Galicia se vio sorprendido por una tormenta que le abrió un boquete considerable.
            Todo esto sucedía hace 11 años, justo un 13 de noviembre. Esto es para que no critiquemos a los jueces por su falta de detalles, sacan la sentencia el mismo día que se produjo el desastre… aunque muchos años tarde. El viejo barco iba soltando combustible y estaba muy cerca de las costas gallegas, algunos querían ponerlo en un lugar cerca de la costa e intentar evitar una catástrofe.
            El ministro encargado de la cosa andaba de caza y no necesitaba hablar con ningún marinero para afinar su puntería. Para que le dejaran tranquilo tomó la decisión de apartarlo de las costas españolas y mandarle mar adentro, que es donde se cierran mejor las heridas de un barco. Pinocho estuvo de acuerdo en desterrar a Prestige porque era un quejita que solamente tenía un pequeño rasguño por donde salían unos hilillos negros que parecían pastilina.
            El barco, muy triste, después de negarse durante horas a separarse de la costa, fue obligado a alejarse. Su herida se fue haciendo más grande y acabó partiéndose en dos dejando en el mar su ingente carga de casi 80.000 toneladas de veneno. El veneno regreso muy enfadado a la costa gallega y cantábrica y se cargó la pesca y las playas que encontró a su paso. Miles de personas de toda España acudieron a limpiar el chapapote de las costas gallegas con sus manos y se creo el movimiento Nunca Máis para no olvidar el desastre.
            Aquel cazador que montó el sarao alejando el barco para que naufragara y el de los hilillos de plastilina siguen ocupando lugares de relieve en la política estatal. De aquí se deduce que si te equivocas gravemente ya puedes quedarte para siempre en política y si eres un buen Pinocho puedes llegar hasta a presidente del gobierno. Nadie asumió responsabilidades políticas, todos tuvieron razón, menos el viejo Prestige que descansa a casi 4000 metros de profundidad después de haberse liberado de la carga que no fue capaz de llevar a puerto. Condenado a la oscuridad por Cascos.
            Al parecer el que puso esa carga a Prestige era buena gente y no tenía conciencia de su vejez. Tampoco pensaron que cargarse las costas fuera un delito mayor y por eso les han absuelto a todos, menos a los españoles de a pie. Hemos pagado los españoles la regeneración de las costas porque todos son inocentes. Algunos de los que mandaron a navegar al Prestige herido ni siquiera se sentaron en el banquillo. Yo estoy cada vez más convencido de no asegurar mi coche de segunda mano porque no tengo intención de correr mucho, tampoco he pensado en hacer daño a nadie y mucho menos dejar en el paro a miles de pescadores, con el gasto que supone para nosotros los paganos. Los que tienen barcos con muchos años solamente tienen que asegurar la carga para cobrar del seguro por si se hunde. Es barato cargarse el medio ambiente, es un valor en alza.

            Si no nos preocupa la destrucción de la Tierra no vamos a estar atentos a lo que pasó con aquel viejo barco hace 11 años que contaminó las costas con toneladas de espeso chapapote. Hilillos fáciles de limpiar… diría Pinocho.

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