VIVIMOS
EN UN PAÍS TRANQUILO Y DESARROLLADO
Cuando se suceden guerras,
asesinatos en masa y desastres naturales con miles de muertos siento que
tenemos la suerte de haber nacido en el otro lado.
Mantener lo que tenemos exige que
cada uno se esfuerce en hacer bien su trabajo y luchar para que no nos roben
muy rápido lo conquistado.
Paseaba junto al mar y era
consciente de mis múltiples privilegios.
Tengo la
impresión de vivir en uno de los sitios más apetecibles de la Tierra y que además dentro
de ese espacio me ha tocado vivir en el lado donde aún no ha llegado la crisis.
Cuando abres los periódicos o lees noticias sobre el mundo comienzas a valorar
tu calidad de vida, desde la vivienda a la comida pasando por un paseo
disfrutando del mar.
Haiyan deja un reguero de desolación a su paso por
la región central de Filipinas, donde las autoridades estiman que hay más de
10.000 muertos, aunque no hay cifras oficiales totales. Este "super
tifón", el mayor del año en el mundo, deja hasta ahora 4,5 millones de
afectados y más de 300.000 desplazados. Se estima que ha destruido entre el 70
y el 80% de la población de Tacloban que según
el censo de 2010 tiene una población de 221.174 habitantes… Y quedan
China y Vietnam.
Guerras, refugiados, polio, hambre, ablaciones,
violaciones, ejecuciones, cárceles sin seguridad, dictaduras, desertizaciones,
terremotos, tifones, tsunamis… mil problemas que ni nos rozan pero que no
valoramos en el día a día porque ya nos hemos acostumbrado a vivir en la
abundancia y en la comodidad de un clima benigno y sin desastres naturales de
importancia.
Es verdad que nuestra democracia está podrida pero
quizá no mucho más que la de la mayoría de los países (cuando recuerdo Egipto,
Irak o Libia siento alegría de vivir en nuestra pocilga). Tenemos una crisis
impresionante con millones de parados y los ricos se hacen cada vez más ricos a
costa de pagar cada día menos a sus trabajadores pero aún nos quedan unos
servicios públicos con una calidad superior a la inmensa mayoría del mundo
(sanidad, educación, aún después de los recortes…).
Mirando al mar Mediterráneo en noviembre me hacia el
propósito de valorar lo que tenemos y de intentar que no desaparezca muy
deprisa aquello que de nosotros depende. Tengo la sensación de que el cambio
climático está produciendo cada año más desastres pero solamente son ideas de
persona mal pensada, la Tierra
es sufrida y aguanta pero quizá estamos jugando en exceso con su fortaleza y
podemos perder la calma que transmitían las aguas del mar en esta tarde de
otoño.
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