jueves, 15 de octubre de 2020

                                TIEMPOS DE ESPERANZA                          

                  I 

 

Vivía en el borde de los días difíciles 

acumulando pequeñas victorias 

en derechos, 

 costumbres,  

trabajo y libertades. 

Sabía como nadie la eternidad de los problemas, 

conocía la impotencia de años oscuros 

cargados de derrotas en pozos enterradas. 

Comenzó a vestirse como bien se veía 

para ir a los lugares que había deseado, 

acompañada de aquellas personas que quería. 

Se casó con condiciones claras y precisas 

de continuar trabajando fuera de casa 

y compartir limpiezaplancha y cocina. 

Sabía ella de los problemas del día a día 

de aquellos momentos en que fácilmente se olvidaba 

el credo que sentía. 

 

                                                                  II 

 

  • Esto no es, no ha sido y no será fácil  

 

Son las palabras de su madre cuando le sonreía 

ante la pírrica victoria de su primer coche, 

creyéndose conductora de un mundo paritario 

sin ataduras ni al presente ni al pasado. 

 

Perdió su independencia en el primer embarazo 

por jefes que contaron nueve meses 

anginas y catarros. 

No quisieron ellos esperar sus cambios. 


Las lágrimas nocturnas de la niña fueron suyas 

porque su amor de madre 

le hicieron creer que antenas tenía. 

El pecho, los biberones, las papillas, 

fueron ocupando el espacio del trabajo perdido 

Aceptando, culpable, el esfuerzo del hombre 

convertido en sofá de fútbol teñido. 

 

III 

El dolor fue acunando sus derrotas, 

Sin ser consciente del primer vestido rosa 

ni de las muñecas, 

mucho menos de los comentarios continuos de vecinos 

sobre aquella niña tan mona. 

Soñó nuevos cambios. 

aceptando verla fumar y trasnochar, 

pero no olvidó la costura y la cocina. 

- Para sobrevivir sola, se engañaba. 

Un día, sentada en su jardín, percibió sus errores 

repetidos nuevamente 

por quien se creía del futuro vencedora. 

Lloró amargamente la verdad 

 y en el sabor de sus lágrimas percib el futuro 

de una nieta en brazos de su padre, 

de un padre acunando el llanto  

porque un día falló el viejo cuento del sillón. 

 

IV 

Su nieta vuelve a soñar en libertad, 

mantiene sus estudios,  

evita olvidar la realidad, 

porque conserva sus ojazos siempre atentos, 

primero para controlar su vida 

cambiando en la educación de su hija 

desde las cocinitas a los vestidos rosas 

pasando por la educación sexual. 

Ella también sabe que el futuro no está cerca 

porque en la esquina de una televisión 

o en el despacho de una oficina 

seguirá resistiendo el pasado 

a un mañana inevitable de merecida esperanza. 

 

Fueron sueños, algunos ya acariciados con la mano. 

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