TIEMPOS DE ESPERANZA
I
Vivía en el borde de los días difíciles
acumulando pequeñas victorias
en derechos,
costumbres,
trabajo y libertades.
Sabía como nadie la eternidad de los problemas,
conocía la impotencia de años oscuros
cargados de derrotas en pozos enterradas.
Comenzó a vestirse como bien se veía
para ir a los lugares que había deseado,
acompañada de aquellas personas que quería.
Se casó con condiciones claras y precisas
de continuar trabajando fuera de casa
y compartir limpieza, plancha y cocina.
Sabía ella de los problemas del día a día
de aquellos momentos en que fácilmente se olvidaba
el credo que sentía.
II
Esto no es, no ha sido y no será fácil
Son las palabras de su madre cuando le sonreía
ante la pírrica victoria de su primer coche,
creyéndose conductora de un mundo paritario
sin ataduras ni al presente ni al pasado.
Perdió su independencia en el primer embarazo
por jefes que contaron nueve meses
anginas y catarros.
No quisieron ellos esperar sus cambios.
Las lágrimas nocturnas de la niña fueron suyas
porque su amor de madre
le hicieron creer que antenas tenía.
El pecho, los biberones, las papillas,
fueron ocupando el espacio del trabajo perdido
Aceptando, culpable, el esfuerzo del hombre
convertido en sofá de fútbol teñido.
III
El dolor fue acunando sus derrotas,
Sin ser consciente del primer vestido rosa
ni de las muñecas,
mucho menos de los comentarios continuos de vecinos
sobre aquella niña tan mona.
Soñó nuevos cambios.
aceptando verla fumar y trasnochar,
pero no olvidó la costura y la cocina.
- Para sobrevivir sola, se engañaba.
Un día, sentada en su jardín, percibió sus errores
repetidos nuevamente
por quien se creía del futuro vencedora.
Lloró amargamente la verdad
y en el sabor de sus lágrimas percibió el futuro
de una nieta en brazos de su padre,
de un padre acunando el llanto
porque un día falló el viejo cuento del sillón.
IV
Su nieta vuelve a soñar en libertad,
mantiene sus estudios,
evita olvidar la realidad,
porque conserva sus ojazos siempre atentos,
primero para controlar su vida
cambiando en la educación de su hija
desde las cocinitas a los vestidos rosas
pasando por la educación sexual.
Ella también sabe que el futuro no está cerca
porque en la esquina de una televisión
o en el despacho de una oficina
seguirá resistiendo el pasado
a un mañana inevitable de merecida esperanza.
Fueron sueños, algunos ya acariciados con la mano.
Hola Elias, me guta el trocito que he leido, lo comprarè, un abrazo
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