NO
SOLAMENTE ES LE PEN Y COMPAÑÍA
Algo
flota en el ambiente que no favorece a los inmigrantes.
Da
lo mismo que vengan de guerras provocadas por occidente o de países donde se
mueren de hambre.
Y
no deben quejarse porque les salvamos si naufragan en el Mediterráneo.
He acabado viéndolo claro cuando han
aparecido las estadísticas de defunciones y nacimientos y se ha concluido que
no podemos seguir así pues es inviable una sociedad cargada de abuelos y con
poco niños. Tenemos a miles de millones de personas deseando poner un pie en
España, con niños pequeños que pronto se convertirán en hombres y mujeres que
trabajarán y podrán aguantar la economía nacional. Pero estos no deben servir
porque son inmigrantes y deben traer alguna tara de nacimiento que les hace
inservibles para solucionar el problema demográfico.
Quizá tienen miedo de que nos
invadan y acaben siendo más que los nativos y exijan los mismos derechos que
los que llevan en la piel de toro toda la vida. Por eso mejor poner cuchillas o
evitar que entren legalmente, solamente los valientes que se jueguen la vida a
cara o cruz en el mar parecen dignos de quedar en esta Europa bondadosa que les
salva de la muerte en el naufragio. ¡Qué poco se habla de cómo sigue la
historia de los que saltan la valla o son rescatados del mar!
Evidentemente todos pensamos que no se deberían provocar guerras por
intereses económicos (ni incendios) ni dejar morir de hambre a millones de
personas cuando sobra comida en el Planeta. En teoría aceptamos que se debería
proporcionar un mínimo a todos los seres humanos pero nuestros políticos no
quieren renunciar a sus aviones y a sus tanques y mucho menos a obligar a la
solidaridad a quienes nadan en la abundancia. Ya le va bien a occidente tener
esclavos trabajando lejos por cuatro chavos y agradecidos de tener un medio de
subsistencia.
Cuando llegan a Europa son
sospechosos de ser terroristas camuflados, ladrones o beneficiarios de ayudas
que nosotros tenemos a nuestro alcance si las necesitamos pero que en ellos
parece un clarísimo despilfarro. Y aparecen los casos de alguien que tiró
comida que le dieron en el banco de alimentos o de personas que gastan la
limosna en los bares cercanos, personas que lo pasan mal, que estarían
encantadas de integrarse en la sociedad pero que pronto se encuentran en los
mismos barrios, en los mismos centros educativos, en los trabajos peor
remunerados si no es recogiendo cartones de la basura para vivir como reyes
realizando los trabajos que nadie quiere.
Ya sé que no pueden entrar todos
porque esta sociedad ha puesto reglas que no se pueden saltar. También tengo
claro que no es fácil acabar con las desigualdades entre los países porque el
capitalismo se iría a la mierda. Seguimos enseñándoles nuestro bonito mundo en
la televisión y en las películas pero se nos olvida poner subtítulos donde se
explique que es terreno prohibido para quienes lleguen en avión, en lanchas que
naufragan o con lesiones de cuchillas…
Quizá no son personas, quizá
tengamos derecho los poderosos a robarles sus materias primas, es posible que
cuando llegan a Europa tengan que vivir apartados… pero algo se mueve en el
corazón porque vemos que no solamente Le Pen tiene un punto de racismo en su
programa.
¡Qué mal tenemos organizado el mundo!
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