MIGUEL
ANGEL BLANCO Y LA PANCARTA
Creo
que algunos necesitan un poquito de calma para analizar los hechos.
Son
conocidos los enfrentamientos de las asociaciones de víctimas del terrorismo y el excesivo protagonismo de la
que honra el recuerdo del asesinado Miguel Ángel Blanco.
Son
muchas las víctimas y quizá sea excesivo que una de ellas quiera representarlas
a todas.
Creo que todos nos quedamos
perplejos cuando fue asesinado porque fue anunciado con unos días de
antelación. ETA amenazó con ejecutarlo si no se acercaba a los presos al País
Vasco. Era un reto que no podía aceptar Aznar y Miguel Ángel fue asesinado casi
en directo por televisión. Una crueldad multiplicada por la cobertura de los
medios de comunicación y la juventud, 29 años, del político vasco, concejal en
Ermua. Creo que todos fuimos tocados por la noticia y que la sociedad condenó
su asesinato provocando manifestaciones multitudinarias.
Evidentemente no es el culpable del
fin de los asesinatos de ETA que tardaría años en dejar de matar y tampoco su
muerte es más dolorosa que la de cientos de personas que perdieron la vida en aquellos
años. Hubo personas que se enfrentaron a los planteamientos de ETA y que
murieron por arriesgar su vida por la democracia y otros que fueron ejecutados
sin comerlo ni beberlo y no solamente en uno de los bandos.
Vaya por delante que creo que los
familiares de las víctimas deben tener un reconocimiento por parte de la
sociedad pero no son los encargados de dictar leyes u obligar a tomar
decisiones a quienes tienen su propio criterio. Evidentemente si yo fuera
Carmena no habría colocado la pancarta y no porque no reconozca a Miguel Ángel
como una víctima del terrorismo de ETA sino porque no creo conveniente
personalizar en una persona, con su ideología y familia, la condena a todos los
crímenes que se cometieron.
Creo que muchos pensamos que en
algunas asociaciones se esconden ideologías concretas que quizá necesiten un
poco de templanza para que desaparezca para siempre la violencia de Euskadi. El
ojo por ojo y el diente por diente fue condenado hace mucho tiempo. “Las
víctimas del Franquismo hay que dejarlas en las cunetas porque el pasado es
pasado y no hay que provocar nuevos enfrentamientos”, dicen algunos de los que
hoy silbaban a Carmena. La justicia ha actuado condenando a los asesinos con la
severidad que permiten las leyes, quizá sea momento para que los presos vuelvan
a las cárceles de Euskadi y todos contribuyamos a que la violencia no vuelva a
su calles.
No quiero ahondar en el protagonismo
y fuerza que algunas asociaciones han alcanzado protegidas por partidos
concretos. Honrar a las víctimas sí, a todas; personalizar lo encuentro fuera
de lugar; asusta el poder mediático y político que han alcanzado algunas
personas porque perdieron a uno de sus seres queridos.
El odio no es buen consejero para la
paz, me lo ha contado la luna.
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