miércoles, 12 de julio de 2017

MIGUEL ANGEL BLANCO Y LA PANCARTA
Creo que algunos necesitan un poquito de calma para analizar los hechos.
Son conocidos los enfrentamientos de las asociaciones de víctimas  del terrorismo y el excesivo protagonismo de la que honra el recuerdo del asesinado Miguel Ángel Blanco.
Son muchas las víctimas y quizá sea excesivo que una de ellas quiera representarlas a todas.

                        Miguel Ángel Blanco, el asesinato que cambió la sociedad vasca

            Creo que todos nos quedamos perplejos cuando fue asesinado porque fue anunciado con unos días de antelación. ETA amenazó con ejecutarlo si no se acercaba a los presos al País Vasco. Era un reto que no podía aceptar Aznar y Miguel Ángel fue asesinado casi en directo por televisión. Una crueldad multiplicada por la cobertura de los medios de comunicación y la juventud, 29 años, del político vasco, concejal en Ermua. Creo que todos fuimos tocados por la noticia y que la sociedad condenó su asesinato provocando manifestaciones multitudinarias.
            Evidentemente no es el culpable del fin de los asesinatos de ETA que tardaría años en dejar de matar y tampoco su muerte es más dolorosa que la de cientos de personas que perdieron la vida en aquellos años. Hubo personas que se enfrentaron a los planteamientos de ETA y que murieron por arriesgar su vida por la democracia y otros que fueron ejecutados sin comerlo ni beberlo y no solamente en uno de los bandos.
            Vaya por delante que creo que los familiares de las víctimas deben tener un reconocimiento por parte de la sociedad pero no son los encargados de dictar leyes u obligar a tomar decisiones a quienes tienen su propio criterio. Evidentemente si yo fuera Carmena no habría colocado la pancarta y no porque no reconozca a Miguel Ángel como una víctima del terrorismo de ETA sino porque no creo conveniente personalizar en una persona, con su ideología y familia, la condena a todos los crímenes que se cometieron.
            Creo que muchos pensamos que en algunas asociaciones se esconden ideologías concretas que quizá necesiten un poco de templanza para que desaparezca para siempre la violencia de Euskadi. El ojo por ojo y el diente por diente fue condenado hace mucho tiempo. “Las víctimas del Franquismo hay que dejarlas en las cunetas porque el pasado es pasado y no hay que provocar nuevos enfrentamientos”, dicen algunos de los que hoy silbaban a Carmena. La justicia ha actuado condenando a los asesinos con la severidad que permiten las leyes, quizá sea momento para que los presos vuelvan a las cárceles de Euskadi y todos contribuyamos a que la violencia no vuelva a su calles.
            No quiero ahondar en el protagonismo y fuerza que algunas asociaciones han alcanzado protegidas por partidos concretos. Honrar a las víctimas sí, a todas; personalizar lo encuentro fuera de lugar; asusta el poder mediático y político que han alcanzado algunas personas porque perdieron a uno de sus seres queridos.

            El odio no es buen consejero para la paz, me lo ha contado la luna.

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