ERAMOS
POCOS Y PARIÓ LA ABUELA
Es
increíble que Garzón, Almeida y Llamazares se pongan a jugar con la derecha.
En
la izquierda es necesaria la unión y, por quítame ese tronillo, se meten en un
camino sin salida.
La
ley electoral la conocen bien, castiga las aventuras rupturistas y ellos caerán
pero arrastrando a otros que intentaban unirse y a los que debilitarán.
La derecha está feliz: qué si a
Sánchez le dimiten los diputados, qué si su federalismo hace el juego a los
independentistas, que si yo me voy porque no me gusta tu cara pero espero verte
pronto en tu propio entierro. Cada día un poquito más de cizaña para evitar que
haya un proyecto común de la izquierda. Terrorismo le llaman al acercarse al
PODEMOS de Maduro. Están que se salen los Inda y compañía.
A la formación de Pablo Iglesias ya
no necesitan ni a Venezuela para atacarla porque las mentiras tienen caducidad,
ahora en cada provincia les van sacando disidentes que nos hacen pensar en
guerras de sillones más que en ideas a defender. En una provincia de Castilla
la Mancha preguntan a las personas de base una cosa y cómo no les gusta lo que
dicen se van a casa con la amenaza latente de que volverán. En Catalunya son de
PODEMOS pero menos, se hace un congreso, se aprueban unas directrices y si no
te gustan pues haces lo que te apetece y si puede ser sin preguntar a las bases
mejor. Rajoy ya puede bailar tranquilo aunque le dé lumbago
Tanto Sánchez, como Pablo Iglesias, como
Alberto Garzón estaban dando la imagen de querer acercarse a una gran coalición
porque dicen defender lo mismo para las personas, aunque tampoco olvidan que
quieren los primeros sillones en la rifa de las siguientes elecciones. En esta
lucha por el poder siempre les queda la esperanza a los de debajo de que se
olviden de las sillas y comiencen a exigir lo que necesitan quienes lo pasan
mal o regular.
En estas estábamos cuando aparecen unos
salvapatrias, que no explican muy bien a que juegan, que amenazan con recorrer
toda España, a lo Sánchez, para explicar que ellos son los mejores y que Alberto
Garzón es un traidor que busca que ganen las ideas de izquierdas y no defiende
los sitios que ellos ocupaban. Lo de Garzón, el juez, ya huele a repetición,
después de la visita al PSOE de hace años parece dispuesto a demostrar a todo
el mundo que se equivocaron y sigue siendo el mejor… en destruir proyectos, en
este caso. El prestigio que han acumulado lo emplean para hacer daño a quienes
les dieron de comer. Cuesta entender que no se vayan a casa cuando lean la
noticia de que hasta se pueden presentar a las elecciones… y no están para
tantos viajes, que los años no perdonan.
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