LA
MASACRE DE BADAJOZ
Un
tal Yagüe, asesino confeso por orden de Mola y de Franco, fue su autor.
Más
de 3.000 personas ejecutadas a sangre fría y sin juicio, ni siquiera simulacro
de juicio, en la plaza de toros de Badajoz.
Personajes
como éste tienen calles dedicadas en España y asociaciones subvencionadas por
el PP apoyan y ensalzan sus andanzas.
1936 había sido un año de ilusiones
para los jornaleros extremeños, habían conseguido repartir más de 3000 fincas
entre los sin tierra y permanecer en ellas con el consiguiente cabreo histérico
de los latifundistas. El ejército no se levantó por este hecho sino porque
temía que el gobierno de izquierdas, el Frente Popular, que había ganado las
elecciones de febrero de ese año, volviera a intentar repartir un poquito la
riqueza y organizar una sociedad laica
No hubo más atentados que en décadas
pasadas, no había ningún motivo para que se levantarán en África los
legionarios y acabasen con el gobierno elegido democráticamente. Fueron unos
golpistas impresentables que se llevaron por delante a casi un millón de
personas y ajusticiaron a cientos de miles sencillamente por defender la legalidad
vigente. Los asesinos fueron premiados durante cuarenta años por el promotor de
la masacre, las víctimas siguen sin tener un hueco en la memoria y muchos
continúan olvidados en las cunetas.
Leer cómo subían arrasando los
pueblos las tropas de Yagüe dan ganas de llorar, ver la lista de los “ajusticiados”
pone los pelos de punta, imaginar una plaza de toros repleta de presos y un ejército
disparando fríamente contra ellos da asco y ganas de venganza. No fue solamente
el carnicero de Badajoz el culpable, detrás Franco se atrevía a decir que si
había que matar a la media España comunista, masona y pobre que se hiciera pues
que así se salvarían las esencias de occidente y nos quedaríamos en una patria
grande y libre, reserva espiritual de los valores de la iglesia católica. El
general Mola era otro de los que en sus circulares, pues era el jefe del golpe
de estado, mandaba matar sin piedad y dejar la espalda sin enemigos.
La iglesia que vio peligrar sus
sueldos y su dominio de la enseñanza decía misas, inventaba jaculatorias y
promovía novenas para que triunfara la Cruzada, que digo la masacre y el golpe de estado. Eligieron un bando, el
de los malos, y por eso tuvieron algunas bajas que se cobraron con tiros de
gracia y denuncias falsas de capellanes dispuestos a no volver a ver peligrar
sus púlpitos. Y los saltos todos parecieron estar en el mismo bando, el de los
malos.
La historia nos la han contado
intentando igualar los asesinatos de uno y otro bando pero algunos nos vamos
enterando de quienes provocaron la masacre para defender a los hacendados (unos
pocos condes, duques y marqueses tenían la mitad de las tierras de España) y
seguir oprimiendo al pueblo en aquel valle de lágrimas que predicaban los curas
para que los pobres callaran. Hay culpables y aquel 15 de agosto apuntaban sin
piedad al pueblo indefenso encerrado en la plaza de toros de Badajoz.
¿Cómo
podemos olvidar? ¿Cómo se atreven algunas organizaciones a seguir intentando
blanquear la imagen de los asesinos o guardando silencio culpable?
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