NO OLVIDEMOS VIVIR BONITO
Las vacaciones nos regalan tiempo para los sentimientos, para la calma.
Disfrutar, sin prisas, de los momentos que encontramos o inventamos.
Escrito hace cuatro años y no lo encuentro viejo
Lo más importante que se
aprende con los años es el valor del tiempo, debe ser porque cada vez te queda
menos. Muchas veces nos quejamos de que pasan los años volando y es verdad que
cuando ya los hemos vivido parecen solamente un recuerdo cargado de olvidos, de
días ignorados y de meses sin fecha.
La prisa no parece
buena consejera para acompañar a un viajero tan poderoso, haciendo muchas cosas
tenemos el peligro de que se nos olvide vivir y acabemos persiguiendo al reloj
desde la mañana hasta el momento de cerrar los ojos para recuperarnos del
cansancio de las mil obligaciones.
Levantarse con la sonrisa
de esperar sorpresas agradables, asomarse al espejo con la calma de las
vacaciones, pasear junto al mar nuestras energías renovadas, escapar del sol
antes de que se enfade y sentarse en una terraza llena de sombra a mirar el
calor absorbido por las sombrillas me parece una forma optimista de jugar con
el verano.
Llegarán los momentos
bellos en encuentros casuales, en miradas cómplices, en besos explicados o en
silencios que hablan con el cielo estrellado teniendo el tiempo detenido. Todo
puede guardarse, quizá escribirse, para saber de nuestra vida mañana, para
recordar en las prisas, en los enojos, en las zancadillas de la salud y la
rutina que nosotros hemos vivido muchas de las cosas que nunca hubiéramos
soñado.
Si tenemos la suerte
de estar en este lado del mundo, de los que llegan holgadamente a fin de mes y
pueden visitar el mar o la montaña si les gusta, tenemos una deuda pendiente
con el tiempo si no sabemos inventar historias más allá de las preocupaciones
de satisfacer las necesidades primarias. No podemos conformarnos con mirarnos
la barriga mientras el reloj nos va sumando fechas, tenemos la obligación de
soñar porque la realidad nos permite preocuparnos de cuidar otros detalles.
Los que viven en el
otro lado, los que se quedaron en la ciudad donde aún quedan bastantes porque
no tienen para más, lo tienen más difícil pero satisfacer lo básico acaba
siendo un placer que nosotros no sabemos valorar. Pueden tener sueños porque
algo puede ir a mejor algún día…
Irse a dormir,
respirar lento y profundo y dormir. Mañana volveré al espejo, a la sorpresa, a
correr junto al mar cuando el sol saluda a la mañana y no olvidaré que en algún
lugar del minutero viviré un momento para guardar en el baúl en el que acumulo
los regalos que va haciéndome el camino.
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