miércoles, 30 de agosto de 2017

UNOS TANTO Y OTROS… NADA
Junto a tumbas que llaman la atención por su opulencia existe una lápida sin nombre.
Asesinos confesos, maestros de pistoleros tienen, pagado con dinero público, el recuerdo que no merecieron.Es de justicia intentar poner nombres y apellidos a la lápida vacía.     Resultado de imagen de tumbas de martinez aido y onesimo redondoResultado de imagen de tumbas de martinez aido y onesimo redondoResultado de imagen de fotografia de una lapida vacia en un cementerio

            Puedo imaginarme entrando en el cementerio del Carmen, allá en la Valladolid castellana, y perdiéndome entre sus tumbas recordando otros cementerios que dan reposo a personajes históricamente relevantes. Zorrilla, Miguel Delibes, alcaldes, bomberos, personas que los libros, sus hechos o los diarios han hecho sitio en lugar destacado para que tengan mi pequeño recuerdo.
            Al mirar a un lado he visto un gran panteón honrando la figura de un asesino y, preguntando, me han dicho que allá por el año 60 le dedicaron este homenaje con dinero público. Tardaron veinte años en levantar para la historia su recuerdo, no tuvieron miedo de remover los recuerdos de aquella masacre que este y otros personajes provocaron en 1936. Se llamaba Severiano Martínez Aido. Os cuento por qué dan ganas de escupir sobre su tumba. Fue un perseguidor obsesivo de la CNT y de cuanto se acercara a ella a comienzo de los años 20 en Barcelona y para evitar que los jueces, todos de derechas, dudaran inventó aquella famosa ley de fugas: estás en la cárcel, te suelto, sales a la calle, te mando correr y te pego un tiro que es mi justicia. Este amigo de Alfonso XIII, rey tenía que ser, luego fue nombrado ministro para administrar SU justicia con muchos más muertos a su espalda. Escupo porque es hora de desahogarse…
            Giro la cabeza y me encuentro con el nombre de Onesimo y me recuerda aquella frase de libro de Hugh Tomas sobre la Guerra civil:
            "Un testigo ocular que vive en Valladolid dice que una "patrulla del amanecer" de falangistas, al comienzo de la guerra, fusilaba a 40 personas cada día: Onésimo Redondo, el fundador de las J.O.N.S. de Castilla, que recientemente había sido librado de la cárcel, se entregó a esta labor de purga." Repiten las mismas tentaciones, ellos, los asesinos tienen sitio reservado entre los buenos.
            Más allá una lápida sin nombres tiene rosas y claveles. Una abuela reza después de encender una vela, se quedó huérfana antes de tener uso de razón y busca consuelo en el silencio del mármol porque le parece un lugar más hermoso que las tapias del cementerio donde posiblemente asesinaron a su padre. Quizá alguien podría pensar en todos esos seres que descansan, sin nombre, bajo esta lápida, miles y miles de personas que estaban al lado de aquella República herida de muerte por culpa de unos bandoleros. Además se saber que tienen derecho a tener nombres y personas que les recuerden poniendo una rosa podían poner un poco de voluntad, digo dinero, para recuperar sus cuerpos y hacer que tengan un sitio en el cementerio.
            Allá en el cementerio del Carmen hay muchas personas asesinadas que algún día saldrán del anonimato aunque ya no puedan escupir sobre las tumbas de sus asesinos.
            

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