NORMALIDAD
EN LAS CALLES
Unos
tan acelerados y otros tan tranquilos, no conseguirán que perdamos la calma.
Eran
las 11 de la mañana, hasta los loros y las palomas comían juntos bajo los pinos.
La
voz de los profesores rompía el silencio de las calles.
Cuando comienzan las clases todo
vuelve a la normalidad que habíamos perdido durante unos meses. Los parques
estaban vacíos y los abuelos han elegido descansar del estrés o volver a sus
sitios habituales. Los semáforos sin coches, las calles vacías, solamente
algunas personas mayores se acercan a la tienda de al lado para buscar el pan y
alguna cosa que olvidaron para aderezar sus guisos.
Es una sensación extraña, hasta los
pájaros, las palomas y, sobre todo, los loros han decidido bajar a la tierra y
picotear a la nada sin descanso. Nunca me imagino qué pueden encontrar tantas
aves juntas a la sombra de un pino cabeceando con sus picos contra las
puntiagudas hojas de su protector. Hoy hasta los loros han abandonado su cháchara
incansable en lo alto para bajar a compartir con las palomas su rítmico picotear.
Mi paseo espera la lluvia porque con
el comienzo de las clases regresan los aguaceros y se ausenta lentamente el
verano. Pasear lento buscando las sombras pues cuando sol se asoma tras las
nubes todavía pica con el calor de los días de bochorno. Sentir la calma, vivir
en los silencios, olvidar las prisas y mirar al cielo esperando adivinar que
nos depararán unas nubes que se desplazan empujadas por suaves vientos.
Los políticos se empeñan en agitarlo
todo, las televisiones nos muestran las tensiones, quizá tengamos sorpresas que
no sospechamos en la tranquilidad de nuestros paseos, pero las personas buscan
la calma, el silencio, con la mirada puesta en el horizonte, olvidando el
ladrar de los perros y el griterío de quienes aún no crecieron. Suerte tienen
quienes pasean a las once de la mañana porque ya dejaron las prisas hace tiempo
y pueden imaginar que muchas personas trabajan felices al otro lado del mundo
haciendo posible el silencio.
Llegan noticias de que gastamos más
dinero en educación pero las ratios no bajan, los niños de primaria no
disfrutan de la recuperación que predica Pinocho y compañía porque otras
partidas roban la apuesta por la igualdad en las edades tempranas. Tantas promesas,
tantas mentiras, tanto dinero, tantos Parlamentos y tanta burocracia para
olvidar invertirlo donde sabemos que es necesario. El paseo en silencio grita a
quienes olvidan siempre el día a día, aposentados en sus poltronas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario