lunes, 25 de septiembre de 2017

     UN CIELO NUBLADO
         Va marchando lentamente el verano con su calor asfixiante, su sequia severa y sus cielos claros que piden sombras. Aparecen los cielos nublados que prometen lluvias, olvidan el molesto sudor y ofrecerán los árboles sus hojas porque ya no necesitamos que nos protejan del sol. Parece que todo sigue el ritmo de las eternas estaciones de la historia compartida.
                                    
            Cuando vemos los pueblos surgidos del fondo de los pantanos, seguimos la ruta de huracanes extremadamente destructores, contemplamos los trabajos de desescombro de lo que terremotos violentos enterraron o vemos pasearse a los osos hacia el sur flotando sobre hielos del Ártico, comenzamos a sospechar que algo está cambiando, que quizá aquel otoño conocido que acabamos de estrenar vaya cambiando también de cara como el verano.                                            
            Algo que no olvido, cuando los desastres humanos y naturales rodeaban mi verano en los fenómenos físicos o en las lanchas hundidas en el Mediterráneo, es valorar el regalo que recibimos al contemplar el mundo desde un país donde sobran comodidades, regalamos un clima bondadoso y tenemos médicos que cuidan nuestro cuerpo para que podamos leer, con tiempo indefinido, una buena novela cerca del rumor de las olas el mar.
            Espero que las hojas de los árboles sigan cayendo lentamente, sin prisas de días, y poder contemplar el paso del tiempo con la suave levedad con que ellas aterrizan en las calles de nuestras ciudades. Un ritmo de pensamientos tranquilos, de calma contenida, de esperar las lluvias para que los rastrojos secos se alimenten y cojan fuerza para nuevas cosechas- Voy recogiendo los días esperando que nada cambie y no nos invadan los cambio climáticos con esa rotundidad que nos ha acabado por convertir en seres que no echan de menos sus eternas estaciones.
            Me guardo, como los árboles al regalar sus hojas, para soportar las tormentas que amenazan en el horizonte pero siempre con aquella sensación de ser uno de los seres privilegiados de ese Planeta que ha hecho muy poco para merecer tantos placeres.

Nota; Ando peleándome con una novelilla sobre aquellos años de esperanza de la República que nos robaron y por eso algunos días les declaro festivos en este blogs. Volveré a normalizarme cuando acabe el reto

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