DESDE
1550 AL 2050
Ya
no sabes si huir hacia adelante o caminar hacia atrás.
Una
columna de fuego de Ken Follett me acerca a la intransigencia religiosa.
Los
drones y los robots invaden el futuro superando la velocidad de la luz.
Necesitaba salir del circulo vicioso
de la realidad, a veces cuando no puedes influir en una partida de locos es
mejor huir lejos para soñar otros mundos. Evidentemente no todos los mundos de
antaño ni los que vienen tienen que ser necesariamente mejores pero, al estar
lejos, son incapaces de atacar tu estabilidad. Por ese agujero negro de hoy miércoles
he llegado al pasado y al futuro.
Las guerras de católicos y
protestantes, todas cargadas de leyes, reyes y herencias han llenado la novela
de nombres y de personajes que no querría ver vivos en la actualidad. La
inquisición, la hoguera, las matanzas y las guerras evitan pensar en unas manos
que se juntan intentando conciliar a creyentes fieles y herejes. Un mundo
cargado de odios donde la religión es el origen de cuantas desgracias narra
Follett, la cerrazón mental de los personajes de ambos bandos del cristianismo
justifica a cada ejército para atacar, cargado de razones, al que han declarado
su enemigo. Mienten con razonamientos aprendidos y se sacrifican vidas y
haciendas en nombre de aquel cristo al que crucificaron quienes tenían unas
leyes que le condenaban. No han avanzado mucho en 1550 los seguidores de Felipe
de España, de Enrique de Francia o de la protestante Isabel de Inglaterra. Debe
ser difícil abandonar los viejos raciocinios y sencillo acabar atacando al que
han convertido en tu enemigo. (Libro largo, para quienes busquen historia con
la habilidad de Follett para narrar, prescindible y pesado. No recomendable
para mí que me gustan cosas más cortas, sencillas y optimistas).
No me ha gustado la excursión y
mirando para adelante me adentro en una España sin playas, con tierras
sedientas y ríos que perdieron la alegría de tiempos pasados y decidieron
emigrar a otras tierras. Somos tierra desértica donde los poderosos se han
rodeado de robots y viajan por el aire con sus drones, cómodos y modernos, sin
preocuparse de los que mendigan días, en la miseria, fuera de sus mundos
amurallados. Los que viven fuera de la vida mecanizada y rutinaria, llena de
tiempo de ocio (difícil de teñir de felicidad), han comprendido que a quienes
les sobraba de todo necesitan protegerlo y han utilizado la técnica para
mantenerlos alejados. Esa sociedad ya no necesita trabajadores a sueldo, sus
máquinas son más eficaces y obedientes que aquellos que creían en las ideas que
les vendían a plazos. Ya tenemos de nuevo dos bandos aunque en este caso con
armas desiguales, la vida regalada, fastuosa, cómoda y llena de un ocio que no
se llena y la vida de los busca cartones entre la miseria de quienes tiran lo
que les sobra. Apenas se ven la luna y las estrellas, los océanos han invadido
las zonas más fértiles y solamente los que tienen acceso a los refugios y a las
pastillas que alimentan y prolongan vidas pueden tocar en la realidad virtual
algo parecido al otoño. Hay una parte del mundo que no necesita atacar o
defenderse porque sabe que ha acabado con su enemigo y vive seguro en su
fortaleza del pensamiento único.
Quizá vale la pena dejar las prisas
y disfrutar de lo que tenemos porque ya hemos olvidado el pasado y es mejor no
imaginar ciertos futuros. Las máquinas y la religión no hicieron mejor al
mundo; las personas pueden encontrar un lugar en sus vidas donde no haya
vencedores ni vencidos, donde las murallas no expulsen a quienes comparten una
Tierra generosa que no necesita el pensamiento único.
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