sábado, 7 de octubre de 2017

VA POR VOSOTROS: LOS MAESTROS
Personas que se dedican a ayudar a educar personas.
Los padres, principales responsables, deberían mimar a los que lo hacen bien.
Se me pasó el día del docente, aunque no me faltaron alegrías. Gracias a quienes me lo recordaron.
                                   Resultado de imagen de fotografía de un maestro de escuela

            Tantas veces hablando de alumnos por clase, de instalaciones, de investigación, de becas, de libros, de inspectores, de profesores rematadamente malos, de deberes, de mil y un cosas y descuidamos casi siempre a la figura principal: al buen maestro. De los malos no nos olvidamos, con razón, porque son los que acaban usurpando el protagonismo a los artistas principales.
            Hoy podemos hablar de que un maestro, creo que todos los profesores lo son hasta los de postgrado, tiene un sueldo digno, teniendo en cuenta la masacre que sufren algunos trabajadores, y unas condiciones horarias y medios técnicos que permiten llevar a cabo su función. Tenemos ingredientes para formar equipos de trabajo, atender a los problemas individuales (aunque siempre serían deseables más medios) y muchas facilidades para mantener líneas progresistas que, de acuerdo con los padres, intenten caminos innovadores.
            Creo que nos falta hablar más de los buenos maestros, de esos que aman su profesión y dejan sentir a los alumnos su cariño. Cuando nuestros hijos abandonan el centro, cuando los alumnos se van, no estaría de más que de vez en cuando nos acordáramos de ellos: una frase, un comentario sencillo…. Es duro ser educador hoy cuando vemos a que grado de consentimiento, y mimos cargados de derechos y pocas obligaciones, se ha llegado con los hijos en muchos casos y no estaría más animar a los que se dejan muchas horas intentando llevar bien a cabo su trabajo: educar personas.
            Yo durante muchos años estaba esperando que llegara setiembre para comenzar a trabajar, me hacía ilusión. Ya sé que eso ahora queda mal decirlo pero yo lo sentía, era gratificante aquel trabajo, aunque tampoco fácil. Si podemos contribuir a que alguno de esos buenos maestros que hemos tenido lo sigan siendo es una ayuda inestimable que podemos hacer al sistema educativo. No esperemos a que se jubilen (que también gusta mucho) sino cuando al año que viene tienen que volver a bregar con los problemas de otros alumnos. Por puro egoísmo, necesitamos mantener a los buenos educadores… los malos se mantienen solos y llegarán más con los métodos de selección actuales, pero si son fuertes los válidos podrán ganar algunas guerras con la ilusión que les transmitamos.
            No os conforméis con recordarles con cariño, decidles, cuando están en activo ya lejos de vosotros, que os gusto aquel detalle o aquella bronca o aquella sonrisa.
            De los malos ya despotricamos, tenemos que hablar de los buenos para que comience a respetarse la labor de ayudar a educar a los hijos de los demás cuando ellos lo hacen bien.

            

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