domingo, 5 de noviembre de 2017

DISFRUTANDO DE UN CUADRO
El Bosco es uno de mis pintores preferidos y el Jardín de la delicias mi cuadro.
Estos días le recordaba en Internet y he disfrutado con sus fechorías.
Me ha impresionado cómo se puede vivir un cuadro a través de las redes.
Solamente para quienes le apetezca un paseo por un cuadro impresionante.

                    Resultado de imagen de el jardin de las delicias fotografias
Al abrir las puertas del tríptico he descubierto la vida, el color, la alegría, las dudas, el mundo, la imaginación y las heridas. He abierto mis ojos como platos para intentar abarcar la belleza que se desborda desde el centro a cada esquina, la magia del conjunto me aleja de los detalles y me quedó en suspenso observando cómo se mueve la vida sin complejos entre negros y blancos, juntando besos con frutas placenteras en los labios y dejando desnudos a los seres humanos conviviendo con los pájaros.
Siempre comenzaba mi visita al Prado delante de este cuadro. Nunca dejaba de sorprenderme aquella parte central del tríptico llena de novedades que un día decidía interpretar como la lujuria pecaminosa que llevaba a la condena eterna y al mes siguiente solamente veía seres desnudos disfrutando de la vida y dando rienda suelta a sus deseos.
            En aquel lugar del museo se detenía el tiempo. El horizonte en lo alto daba profundidad a la fuente de los cuatro ríos, podía entrar en el cuadro y saber lo que estaba lejos y cerca, había avanzado El Bosco muchos años en la lucha por la perspectiva con sus pájaros, sus besos, sus lagos rodeados de caballeros inquietos y unos grupos de placer donde se insinúa lo que la imaginación quiera crear en cada uno de sus rincones.
            Todo era posible en aquel mundo retratado con descaro. Quizá fuera lujuria y pecado, puede que todo sucediera cuando el mundo aún no estaba condenado, es posible que muchos vean en la tabla de la derecha, el infierno, la condena de la vida que se desenvuelve con los placeres que piden los cuerpos.
            He recordado las cuatro escenas y me he permitido comentar dos detalles del cuadro que no quiero que pasen desapercibidos.
-          Los negros que aparecen en el cuadro en una relación de igualdad con los blancos en unos años en que se comenzaban a cazarlos en África para llevarlos al continente recién descubierto y que durante siglos les mantendrá como esclavos convertidos en mano de obra barata.
-          Siempre me ha gustado ver en el infierno la violencia y observar a esa rara especie de perros dando cuenta de un soldado con armadura, me revuelve las tripas pero me reafirma en lo condenables que son las guerras y más si se llevan a cabo en nombre de quienes predican el amor. Nuestros dos personajes han huido de las movidas del cuadro y flotan en su burbuja dejando que sus manos hablen, que sus besos enjuaguen lágrimas de felicidad y que sus cuerpos disfruten de las sensaciones que la vida nos regala. Ellos saben que su autor hablaba de vida placentera, de la belleza de los cuerpos desnudos, de la bondad de la naturaleza y del deseo que no necesariamente tiene que ir destinado a la tabla del infierno.

He seguido a los moradores de una burbuja y he imaginado que han compartido el sabor de una fresa, han subido hasta el baño de Venus para recrear en el agua sus sentidos y miran al árbol que regala ríos de vida. Nadie les podrá robar el sueño de flotar en su burbuja, haciendo el amor, con el tiempo detenido. Sonríen felices en su burbuja quienes saben de deseos, caricias y tiernas miradas. No irán su placer, sus desnudos y sus contactos sexuales a la tabla del infierno.

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