MÁS
EDUCACIÓN EN CASA
No
avanzaremos contando víctimas y dando publicidad a los asesinos.
Leyes
duras mientras trabajamos en la mentalidad de las familias.
Nuestras
televisiones son un espejo del machismo que impera en la sociedad.
Venimos de muchos siglos de un trato
vejatorio para la mujer. Ya comenzó la Biblia contando la historia de la
costilla pero aún perviven los años del franquismo en que políticos y religión
se aunaron para dejar la imagen de mujer sumisa, encerrada en casa, propiedad
del varón al que debía servir y obedecer.
El hombre macho que podía irse de putas y sacar pecho en el bar pero que
creía controlar cada paso que daba su esposa.
Aún perviven hoy castigos horrendos
para las mujeres que son violadas, llegando hasta la lapidación. Asistimos a la
ablación como algo lejano y lo tenemos en el piso de al lado, ataques continuos
a la dignidad de las féminas. Existen países ricos donde aún no se les permite
conducir un coche. Y estamos hablando del mundo “civilizado” porque no nos atrevemos
a asomarnos a los países donde la existencia de la mujer roza la esclavitud.
Acercándonos a nuestro país
contemplamos cada día como hacemos comentarios machistas, chistes
impresentables y anuncios donde la figura de la mujer es un cuerpo apetecible
que se asocia a la compra de un coche o una casa. Creo que la legislación
debería vigilar los programas de la televisión, chabacanos a más no poder,
donde se denigra a las personas por su sexo y acostumbrarnos a no reír los
comentarios que atacan al sexo femenino. ¡Y es difícil porque estamos mal
educados!
El otro día veía a un policía en un
colegio hablando de la violencia de género. Son los padres, la familia, quién
debe incidir en el cambio de mentalidad. Se necesitan padres que vayan reduciendo
las diferencias de trato entre sus hijos e hijas y, sobre todo, intentar
cambiar ellos la mentalidad recibida para inculcar principios de respeto a sus
hijos.
Los jóvenes siguen teniendo una
actitud posesiva hacia la mujer y tienen las amenazas y la mano demasiado
sueltas para ejercer su dominio con violencia. No pueden acostumbrarse las
mujeres jóvenes al silencio, ellos también pierden sin les mandamos a la
mierda.
A propósito, hablamos todos de
educación pero ¿dónde están las campañas del día a día para llegar a las
familias? Condenamos mucho y somos muy bravos en el castigo pero deberíamos
comenzar a intentar que disminuyan las agresiones cambiando la mentalidad de
las personas. Tiene que quedar mal quién ríe las gracias que olvidan a la persona
que existe bajo un cuerpo femenino.
Nota:
Ayer veía como se ocultaba la cara de los hombres que acudían a un prostíbulo
pero se tenía menos cuidado con las mujeres que ejercían la prostitución.
Hay que ver lo que queda en este terreno. Un saludo
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