YO
NUNCA FUI PROFESOR
Siempre
intenté ser maestro, aunque no siempre lo consiguiera.
Hoy
es día de felicitar a quienes intentan educar, ayudar a crecer y enseñar.
Labor
muchas veces olvidada por quienes recibimos ayudas desinteresadas.
Nunca me gustó la palabra profesor
ni otros títulos de los que disfrutan muchas personas que dedican la vida a la
enseñanza. Hoy es el día del maestro y a mi acabó gustándome ser uno de ellos
aunque siempre con aquellas dudas de si conseguí serlo. Es muy difícil, cada
día más, tener un hueco en la educación de los alumnos cuando además de la
familia (que es a quién toca llevarla a cabo), los medios de comunicación y las
redes sociales están avasallando la vida de niños, jóvenes y adolescentes.
En España muchas veces la educación
se empareja con la afición al deporte. Todos tenemos una alineación mejor que
el entrenador y todos sabemos que los profesores se equivocan casi siempre
cuando se tuercen las cosas y nosotros somos capaces de hacerlo mejor. Pasan
los maestros muchas más horas con los niños y adolescentes que con sus padres y
deberían tener, en principio, el beneficio de la duda cuando surgen los
problemas.
Tantas veces condenados sin ser
culpables, tantas veces los niños y adolescentes ganando la partida a personas
vocacionales que intentan llevar a cabo una misión cada día más difícil y cada
día más importante si queremos mejorar nuestras sociedades. Es la figura que
merece comenzar a ser mimada en este país porque un trocito del futuro depende de
los maestros, al ser la educación la mejor manera de comenzar a soñar con un
mundo mejor.
Yo tuve la suerte de recibir el
premio de ver mi labor sobreestimada cuando abandoné las aulas. Nunca sospeché
estando en activo el valor de los pequeños detalles, de aquellas sonrisas o de
aquella bronca, de aquel respeto o de aquella alabanza. Muchas veces pequeños
detalles del maestro obran milagros que ni siquiera sospechamos. Hoy al
felicitar a quienes siguen en el tajo me gustaría decirles que son muy
importantes y que cada detalle suyo puede obrar un milagro.
En el día a día los niños mimados o
los adolescentes rebeldes pueden acabar con la ilusión que tenemos, creo que es
buen día para pensar que mil detalles con mil alumnos obraron el milagro de
hacer crecer como personas a niños y adolescentes con los que compartimos aulas
y tiempo.
¡Felicidades maestros! Va por los
que mantienen la ilusión en su trabajo… espero que antiguos alumnos y padres os recuerden que sois importantes.
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