jueves, 16 de noviembre de 2017

… Y SIGUE HABIENDO VIOLACIONES SIN CASTIGO
Todos estamos convencidos de que la familia y los centros educativos son quienes pueden comenzar a cambiar este mal de nuestra sociedad.
Mientras tanto debemos condenar a quienes hacen gala de su machismo y desprecio de la condición de la mujer.

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            Aquellos días de fiesta en Pamplona escribieron una página muy triste en nuestra historia reciente. Unos jóvenes de fiesta pavoneándose de sus conquistas e insinuando violaciones en el peor de los machismos y una joven violada en grupo que se atrevía a denunciarles sabiendo cómo anda el patio en este país. Ha pasado más de un año y volvemos a llenar las páginas de la prensa con el morbo de aquellos acontecimientos.
            A estos sujetos hay que mantenerles presos y no darles protagonismo. En aquel momento se tuvo claro quiénes eran los agresores y ellos fardaron de su macabra actuación. A partir de aquí un juicio silencioso es la mejor forma de ayudar a que reciban un castigo ejemplar. Creo que publicar la sentencia e ignorarles es el peor de los castigos para sus años de prisión, sembrar dudas sobre la víctima es un saludo a los futuros violadores que evitarán denuncias por miedo a ser denigradas en un juicio lleno de insinuaciones fuera de lugar.
            Si el juez falla en la aplicación de la ley es la hora de acabar con la misoginia de ciertos personajes que aplican la ley bajo prejuicios del pasado. De nuevo la presunción de inocencia se cruza en mi camino pero siempre que haya pruebas suficientes debe actuar la justicia con dureza para que quienes tengan la tentación de violentar la voluntad de una mujer.
            Las familias son quienes pueden comenzar a cambiar estas situaciones. Existe una violencia en la vida diaria que surge de la educación que reciben los niños en esta sociedad. Los ojos bien abiertos en el trato diferencial, los comentarios ante los mensajes machistas de los medios de comunicación, el destierro de ese sentimiento de posesión sobre la mujer, la imposición de comportamientos diferenciales… mil y un detalle que hacen que más veces de lo deseado se tuerza el comportamiento de los varones.
            No puede el colegio, el instituto o la universidad arreglar los desaguisados que han madurado en exceso. Sembrando dudas sobre el comportamiento de la mujer no ayudamos a alcanzar el respeto que merecen las personas. Siglos de machismo nos obligan a utilizar la fuerza muchos años para reprimir comportamientos criminales pero no debemos olvidar que es en la niñez dónde germinan comportamientos que todos condenamos. Siempre hablamos de educación y muchas veces, en el día a día, la olvidamos.

            

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