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Y SIGUE HABIENDO VIOLACIONES SIN CASTIGO
Todos
estamos convencidos de que la familia y los centros educativos son quienes
pueden comenzar a cambiar este mal de nuestra sociedad.
Mientras
tanto debemos condenar a quienes hacen gala de su machismo y desprecio de la
condición de la mujer.
Aquellos días de fiesta en Pamplona
escribieron una página muy triste en nuestra historia reciente. Unos jóvenes de
fiesta pavoneándose de sus conquistas e insinuando violaciones en el peor de
los machismos y una joven violada en grupo que se atrevía a denunciarles
sabiendo cómo anda el patio en este país. Ha pasado más de un año y volvemos a
llenar las páginas de la prensa con el morbo de aquellos acontecimientos.
A estos sujetos hay que mantenerles
presos y no darles protagonismo. En aquel momento se tuvo claro quiénes eran
los agresores y ellos fardaron de su macabra actuación. A partir de aquí un
juicio silencioso es la mejor forma de ayudar a que reciban un castigo
ejemplar. Creo que publicar la sentencia e ignorarles es el peor de los
castigos para sus años de prisión, sembrar dudas sobre la víctima es un saludo
a los futuros violadores que evitarán denuncias por miedo a ser denigradas en
un juicio lleno de insinuaciones fuera de lugar.
Si el juez falla en la aplicación de
la ley es la hora de acabar con la misoginia de ciertos personajes que aplican
la ley bajo prejuicios del pasado. De nuevo la presunción de inocencia se cruza
en mi camino pero siempre que haya pruebas suficientes debe actuar la justicia
con dureza para que quienes tengan la tentación de violentar la voluntad de una
mujer.
Las familias son quienes pueden
comenzar a cambiar estas situaciones. Existe una violencia en la vida diaria
que surge de la educación que reciben los niños en esta sociedad. Los ojos bien
abiertos en el trato diferencial, los comentarios ante los mensajes machistas
de los medios de comunicación, el destierro de ese sentimiento de posesión
sobre la mujer, la imposición de comportamientos diferenciales… mil y un
detalle que hacen que más veces de lo deseado se tuerza el comportamiento de los
varones.
No puede el colegio, el instituto o
la universidad arreglar los desaguisados que han madurado en exceso. Sembrando
dudas sobre el comportamiento de la mujer no ayudamos a alcanzar el respeto que
merecen las personas. Siglos de machismo nos obligan a utilizar la fuerza
muchos años para reprimir comportamientos criminales pero no debemos olvidar
que es en la niñez dónde germinan comportamientos que todos condenamos. Siempre
hablamos de educación y muchas veces, en el día a día, la olvidamos.
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