LA
CULPA DE UN OBISPO Y UNAS MONJAS
Quizá
las monjas vivieron del dinero, si es que cobraron.
El
obispo, que compartía Aragón y Catalunya, barrió para Lleida.
Poquitos
visitantes del museo eclesiástico y las obras casi todas vivían en el desván.
“Es
importante recordar que el Monasterio de Sijena fue declarado Monumento
Nacional en 1923, momento desde el cual se convierte en un conjunto unitario, indivisible y legalmente
protegido. Fue después de este periodo cuando en nombre de la Orden de
Malta se vendieron a Cataluña las obras de Sijena, de modo que toda venta y
dispersión de las obras que conforman el conjunto que se llevara a cabo después
de esa fecha debe ser considerada fuera de la legalidad.”
Llevan
veinte años de juicios y existe sentencia para obligar a la Generalitat a
devolver las obras que “compraron” o permutaron en fechas en que ya estaba
declarado Monumento Nacional. Unas monjas “despistadas” y un obispo
centralizador llevaron a cabo un traslado que se ha considerado ilegal y que
obliga a devolver dichas obras. Parece que no es de hoy negarse a cumplir las
sentencias de los tribunales.
La
sentencia recurrida al Tribunal Constitucional, que antaño dio la razón a la
Generalitat (eso también pasa…), debe ser ejecutada y si el recurso es aceptado
deberían devolver las obras de nuevo al Museo Diocesano de Lleida. Está claro
que la devolución era obligatoria y que la compra era ilegal, lo dicen las
leyes, algo así como comprar algo robado, aunque las de la fechoría fueran unas
monjas o un obispo.
El
ministro con poderes interinos, amigo del PP y familiar de alguno de los
beneficiados, tiene la desfachatez de ponerse chulo, con la que está cayendo, y
mandar a la guardia civil, con luz y taquígrafos a montar otro “pollo”
descontrolado. Utilizar a la guardia
civil, en un asunto que lleva veinte años esperando, en plena campaña electoral
es de un cerril que habla de falta de cordura y de limitación de miras. Nadie
le urgía a salir en los periódicos y las teles por semejante tontería (obras en
almacenes oscuros en su mayoría) sabiendo que no le corresponde a él meterse en
esos fregados. Parece algo así como el facherio de “aquí mando yo” y eso ya no
se lleva en democracia.
La CUP y
cuatro iluminados, algunos desde Bruselas, han montado un pollo de cuidado
hablando de atracos, nocturnidad y expolios. Criticar la forma y momento no da
pie para tergiversar la historia de unas obras que han salido a la luz gracias
a la gestión impresentable de los políticos de ambas partes. Basta una monja,
que vende lo que no es suyo, para montar un cisco que esperan rentabilizar en
las urnas, en las de Catalunya, en las de Aragón o en las de España.
Mil temas
como éste, algunos muy importantes, tenemos que soportar cada día. Estoy
cansado de tantas medias verdades y de las mentiras reiteradas…
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