martes, 16 de enero de 2018

SI TE MUEVES… NO SALES EN LA FOTO
El silencio de todos los políticos hace posible esta corrupción generalizada.
Nadie cree que las cúpulas no se enteren de las cuentas de los partidos.
Serían unos irresponsables que deberían estar en casa.

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            La corrupción política es una de las enfermedades más evidentes de nuestra sociedad. Todos dicen que entran en política para servir a los ciudadanos, para solucionar los problemas y acabas siendo esclavos de las listas y del servilismo descarado hacia quienes detentar el poder en el partido. Hasta pensar llega a estar prohibido cuando de consignas se trata.
            En el tema de la corrupción están todos enterados, han visto facturas, han recibido visitas, han oído mil comentarios, han visto entrar a los que buscan concesiones, admiran los coches y las casas que compran con sueldos que no llegan… Pero todos callan porque tu puesto de trabajo y tu ascenso en las lista está en juego si te mueves y no guardas silencio. A quienes se han atrevido a denunciar les vemos deambular ignorados, echados a un lado, con problemas para mantener su vida en el lugar en que estaban cuando decidieron contar que los ladrones habían entrado en la caja de todos.
            Después los tribunales, los abogados contratados con lo robado y la maldita presunción de inocencia para quienes parecen estar condenados a sacrificarse por los ciudadanos, dejan sin castigar los atracos. En el peor de los caos una condena que se paga con gusto cuando tienes esperándote a la salida, rápida, millones de euros que trincaste sin haberlos devuelto. ¡Basta ya de leyes permisivas! ¡Basta ya de silencios cómplices! Nadie cree que un partido tiene mucho dinero porque le tocó la lotería…
            En la sentencia reciente sobre el caso de Palau nos admiramos de dos hechos. Los empresarios, en este caso de Ferrovial, no han sido condenados (algunos dicen que han sido absueltos) porque han descrito sus delitos. Dejémosles libres para que sigan actuando de la misma forma o cambiemos las leyes y hagamos que los delitos contra el erario público no prescriban. Ese robo del 4 % o más se traduce en un sobrecoste final de la obra, en la mala calidad de la misma o en las dos cosas a la vez.
            Se necesita una limpia completa del sistema y los ciudadanos tenemos mucho que contar. Leyes que mantengan el anonimato de quienes denuncian, condenas a quienes en las campañas electorales gastan sin mirar la cuenta corriente (algunos, muy dignos ellos, disfrutan de dinero que no sabemos de dónde salió) y ante la sospecha que se vayan a casa y descansen de los sacrificios de servir a la sociedad. ¡Los votos… para los menos corruptos si no se dedican a engordar al rico para asegurarse la vejez!

            Con las codenas no arreglamos nada, no tienen miedo. Saben que, en el peor de los casos, a los siete años te piden un 10 % de lo que apañaste… ¡País!

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